Sólo una copa, y nada más
Por Alicia Crocco / Especial para Buena Vida
Esa es la medida indicada en las mujeres, que en los hombres puede extenderse a dos copas diarias. Así, sin abusar, esta bebida derivada de la uva tiene una serie de beneficios para el organismo, aunque hay casos en que está contraindicado.
El vino es un alimento utilizado en la dieta mediterránea que, consumido con moderación, como acompañamiento de comidas principales (almuerzos o cenas), tiene efectos saludables por sus compuestos fenólicos (resveratrol), antioxidantes y polifenoles. Dadas sus propiedades nutricionales, el consumo moderado (1 copa para las mujeres y 2 para los hombres) proporciona beneficios para la salud. A saber:
Previene enfermedades cardiovasculares, ayuda a elevar el colesterol bueno (HDL) y contribuye a una mejor circulación sanguínea.
A través del vino, el organismo se provee de mayores niveles de ácidos grasos y de Omega 3 en la sangre, los cuales pueden reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Y debido a que el cuerpo no produce ácidos grasos por sí solo, puede sintetizar dosis de Omega 3 procedente de aceites vegetales con la ayuda del alcohol.
Reduce la presión arterial y el colesterol. Investigadores españoles afirman que las uvas que se destinan para el vino tinto, debido a su gran aporte de fibra y de antioxidantes presentes principalmente en la variedad Tempranillo, parecen reducir más la presión sanguínea y el colesterol que otras fuentes de fibra.
Podría reducir el riesgo de la acumulación de colesterol que conduce a cálculos biliares.
Aumenta el colesterol HDL (colesterol bueno).
En los ancianos predispuestos a la enfermedad de Alzheimer (demencia senil), ayuda a retardar su aparición.
Puede contribuir con aumento de la densidad ósea en mujeres posmenopáusicas, reduciendo la posibilidad de aparición de osteoporosis.
También, disminuir el riesgo de diabetes tipo 2. Las mujeres mayores de 25 años que consumen 1 o 2 vasos de vino al día tienen un 58% menos de probabilidades de tener diabetes respecto a las no bebedoras, según un estudio de la Universidad de Salud Pública de Harvard.
Previene enfermedades articulares como la artritis reumatoidea.
Debido a la presencia de polifenoles (quercetina), ayuda a proteger de enfermedades gripales y catarros.
Puede reducir la aparición de cáncer de garganta.
Advertencias
No obstante, hay que considerar los siguientes riesgos del consumo, sobre todo cuando se excede la medida indicada:
Si existe una enfermedad cardiaca, aumenta el riesgo de complicaciones.
Si se tiene presión arterial alta, puede conducir a la obstrucción en las arterias del cerebro, causando una interrupción repentina o grave en el suministro de sangre del cerebro, o un derrame cerebral.
Aumenta el riesgo de hipertensión arterial crónica, que afecta la funcionalidad del corazón.
Es factible que aumente la presión arterial, pudiendo provocar resistencia al tratamiento antihipertensivo.
Además, se considera que puede hacer crecer el nivel de triglicéridos y, como consecuencia, el riesgo cardiovascular.
En el caso de los diabéticos, puede causar complicaciones en el manejo de la glucosa en sangre y en las funciones hepáticas, aumentando el riesgo de cálculos biliares.
El alcoholismo es el más importante contribuyente a la mortalidad por enfermedad hipertensiva, por predisponer a accidentes cerebrovasculares.
Puede producir daño al miocardio, arritmias cardíacas y mayor riesgo de muerte súbita.
Favorece la aparición de obesidad, ya que aporta calorías vacías (7 calorías por cada gramo de alcohol).
Para prevenir estos efectos no se debe sobreparar los 30 gramos de etanol por día.
Equivalencias de graduación alcohólica
600 cc de cerveza (5% de graduación alcohólica).
250 cc de vino blanco o tinto (12% de graduación alcohólica).
75 ml de whisky (40% de graduación alcohólica).
Dicho de otra manera se puede traducir en: 3 vasos de cerveza, 2 copas de vino o 1 medida de whisky.
Estos valores límite de consumo recomendados, deben ser reducidos al 50% en las mujeres y en personas delgadas.