Es ingrato hallarse en estados de crisis. Sin embargo, después de mucho sufrimiento, de sentirnos sin fuerzas y sin metas, de abandonarnos como personas, si levantamos nuestra mirada hacia el cielo, veremos la luz.
Los estados de crisis no son perjudiciales si en cada uno de ellos podemos mirar hacia adentro y sacar todo lo que nos angustia, afrontando los problemas y pensando que todo conflicto tiene solución si se busca el camino. En muchos casos, resulta provechoso recurrir a un profesional especialista en psicología que nos ayude a encontrar respuestas.
En las crisis aparecen sentimientos de angustia, peligro, alarma y dificultad. La angustia surge cuando el problema se instala en nuestra mente y obstruye nuestra esperanza de encontrar los medios para salir victoriosos. La sensación de peligro, alarma y dificultad sobreviene porque no tenemos la lucidez suficiente para aceptar que la vida está llena de situaciones desagradables que nos sorprenden y nos dan tristeza. Entonces, podemos caer en el abandono, dejarnos vencer por los obstáculos y perder la esperanza de salir. Pero se puede si se hace un esfuerzo por conseguir la ayuda necesaria.
Los estados de crisis son parte de la vida. Aléjate del bullicio, de todo lo que te impide conectarte contigo mismo. Si te sumerges en tu interior en procura de soluciones, seguramente las hallarás. No siempre se descubren respuestas al instante. Tómate un tiempo para encontrar la salida. Mira con gratitud todo lo que Dios te regaló en cada etapa de tu existencia, desde tu nacimiento hasta hoy.
La vida es un desafío, es enfrentarse con dos rutas y decidir cuál vamos a tomar. Para hacer una buena elección es importante que registres lo que verdaderamente te haría feliz, que concretes lo que significa para ti sentirte mejor. El buen camino te llevará a un estado de salud psicofísica. Para transitarlo, tendrás que efectuar cambios. ¿No puedes solo? Convéncete de que necesitas ayuda para seguir adelante.
Ten optimismo. No todo está perdido si quieres salir de esa condición no deseada.
¿Estás en la cama sin ganas de hacer nada? ¿La única frase que se instaló en tu mente es negativa? Quítatela ya, en este preciso momento. No estás solo. Dios está allí, en tu soledad, en tu dolor, en tu estado de angustia, en el no saber qué hacer con tu vida y con las cosas que te quitan la paz y la armonía. Él está en silencio en todo lo que quieres alcanzar y aún no has logrado.
Puede ser que te parezca que estás haciendo las cosas bien, pero tal vez no sea así. Por eso mismo, piensa que si abandonas tu proyecto aumentarás tu angustia por sentirte frustrado. Lucha, busca nuevos horizontes. Los encontrarás si puedes internalizar que Dios quiere que perseveres y llegues a ser feliz. Él no es un ser ausente con el que no puedes dialogar. Él te acepta tal cual eres, pero aspira a que te ames, porque eres producto de su obra divina.
Lee este salmo que a continuación escribo pensando en ti. Es el número 6, versículos 3 al 5: “Señor, ten compasión de mí que estoy sin fuerzas; sáname pues no puedo sostenerme. Aquí estoy sumamente perturbado, y tú, Señor, ¿hasta cuándo?… Vuélvete a mí, Señor, salva mi vida y líbrame por tu gran compasión”.
Llénate de su amor, de su divinidad. Él te dio la bendición de tu existencia y seguramente te otorgó muchas virtudes que por estar en crisis no aprecias. Rescata de tu ser todo lo bueno que posees. No repares únicamente en los problemas que te invaden. Piensa en los momentos de felicidad que tuviste; podrás ir aumentándolos. El poder está en tu ser si trabajas con todo lo que te invade, lo que te hace estar inerte.
Saldrás de la crisis si tomas conciencia de que nada está perdido. Vencerás las barreras de la vida, porque quieres sentirte mejor. Considera que nada se logra sin luchar. ¡Levántate ya! Es hora de buscar soluciones. Rodéate de gente que te quiera bien. Si en este momento no puedes pensar, acércate a personas con las que puedas conversar (un sacerdote, un pastor, un rabino, un buen amigo, un familiar, un psicólogo o alguien de tu confianza) y que te ayuden a descubrir nuevas posibilidades.
No dudes de que la vida sea hermosa. Tú puedes encontrar la salida si permites que Dios aumente tu luz interior.
Deja que su brillo ilumine tu vida para que puedas explorar todo lo bello que posees como persona. Estás creado a imagen y semejanza de Dios. Sonríe aun sin desearlo, porque la sonrisa es sanadora. Despeja tu mente pensando en un mañana mejor y triunfante, y ten la esperanza de encontrar la salida.
Dios quiere que dejes ese estado de crisis y que te aferres a Él con fe y optimismo.
Dile sí a Él y podrás ver las maravillas de su obra.
Después de la crisis, verás la luz, pero debes estar dispuesto a encontrarla. Ánimo…, tú puedes.
Texto extraído del Libro Creo & Adelgazo.