En primer lugar te pregunto: ¿ya te propusiste el objetivo? Si tu respuesta es no, deberías –como primera medida– introducirte en tu interior y comprobar si realmente estás bien en este estado.
Sácate todas las dudas. Examina detenidamente tu condición actual. Si en algún momento adoptaste un plan nutricional que te llevó a un resultado no deseado, no te quedes con eso. Busca todas las respuestas.
Te ayudo. Pregúntate: ¿cómo fueron tus tratamientos anteriores?. ¿Obraron de manera rápida? Si así fue, seguramente en un principio creíste tocar el cielo con las manos, te sentiste todo un campeón. Te mataban de hambre pero veías el resultado. Tenías mucha fuerza para lograr tu objetivo, porque en tu vida existía un factor importante que te impulsaba… tal vez un casamiento, una fiesta importante o alguna situación que te exigía adelgazar forzosamente.
Si el descenso de peso fue vertiginoso, no pudiste evaluar los resultados. Lo único que te quedó fue la mala experiencia del rebote automático una vez que dejaste ese plan de comidas agresivo. Y por eso, por la falta de aprendizaje, intentaste nuevos regímenes similares.
Puede ser que los tratamientos anteriores te hayan provocado otras patologías: anemia (por carencia de hierro o de ácido fólico), osteoporosis (por insuficiencia de calcio), colesterol elevado (por exceso de grasas o de proteínas). Una alimentación que no guardaba la armonía adecuada entre sus componentes nutricionales hizo que te quedaras fijado en esa situación traumática, y tal vez tuviste que tomar alguna medicación o seguir una dieta específica para revertir esa circunstancia. Entonces no pudiste mirar hacia adelante, ni saber que no todos los sistemas de adelgazamiento basan sus resultados únicamente en el descenso de peso sin tener en cuenta que el organismo es un conjunto de órganos que deben funcionar debidamente y en forma coordinada.
Fue lindo que la gente te viera más delgado, pero te pregunto, transcurrido el tiempo: ¿consideras que fueron correctos esos tratamientos?. En el momento en que los efectuabas, ¿sentías energía y estabilidad en tu organismo?. Es muy probable que las respuestas sean negativas. Por eso, entiende que todo lo mágico te llevará a la frustración subsiguiente.
En caso de que estés por elegir un método rápido, te informo que lo que logran esos tratamientos es eliminar los líquidos que tu organismo necesita para funcionar bien, junto con minerales indispensables para tu salud (sodio, potasio, magnesio). Te quitan materia magra, pero no te hacen perder tejido graso. Esos sistemas acarrean debilidad, cansancio, mal humor, deterioro físico y un posterior desequilibrio orgánico.
Si te convenciste de que esas técnicas de adelgazamiento no son buenas, procura instalar en tu mente la decisión de bajar de peso en forma saludable.
El objetivo que te propones es muy importante, ¿sabes?. Al cumplirlo obtendrás, por un lado, el cuerpo armonioso que tanto soñaste y, por el otro –más importante–, un aumento de tu calidad de vida.
Cuando logres instalar en tu interior el propósito, no lo dejes escapar. Trabaja firmemente en mantener la motivación necesaria para marchar por el camino que conduce a la meta. Verás que la distancia se va acortando y comprobarás que, cuando se lucha por llegar, el horizonte no está muy lejano.
El optimismo será tu mejor aliado. Busca siempre los recursos que te ayuden a alcanzar el éxito. Valora día a día los avances. Dísete permanentemente: “Puedo vencer las tentaciones”.
El sentido de tu meta tiene que ver con estar mejor y amigarte contigo mismo. Toma el proyecto que tienes en tu mente como un desafío, como un juego sujeto a un reglamento, que será más divertido si no lo adquieres como una obligación. Si puedes jugar con el objetivo planteado y compruebas que te acercas a él paso a paso, sin apresurar el resultado, no será una carga para ti. Por el contrario, disfrutarás de todos los cambios que vayan apareciendo.
A fin de que tu propósito de adelgazar no te resulte tedioso ni se torne inalcanzable, nunca dejes de jugar con tu meta. Para ello, ten en cuenta las reglas que te señalo a continuación.
Sé optimista. El buen humor hará que esperes el resultado con alegría y firmeza. Cualquier obstáculo que se presente te alentará a esforzarte por un mejor desempeño para modificar errores y asumir que no todo tiene que ser perfecto.
Mira hacia adelante, no hacia atrás. No compares lo malo del pasado con tu situación actual. El método que te planteo es sano para tu mente y tu organismo. Si piensas: “Tengo tanto que adelgazar” te llenarás de carga negativa y obstaculizarás tu senda. Como mecanismo compensatorio, lo primero que harás para no sentirte frustrado por lo que te invade será comer de manera compulsiva, sin seleccionar lo que llevas a tu boca. Por lo tanto, olvídate de los tratamientos anteriores, que sólo te dejaron son experiencias lamentables. De ahora en más sigue un plan nutricional que te ayude a sentirte mejor, a tener energía suficiente para alcanzar tu meta en el tiempo necesario.
Atrévete nuevamente. Date otra posibilidad. Esta vez lo conseguirás si te guías por mis consejos. Además de cumplir con tu plan nutricional debes llenar tu mente de buenos pensamientos, de objetivos pequeños que puedas ir logrando paso a paso.
No te caigas ni te desanimes. Si flaqueaste en tu propósito, si te tentaste, si no pudiste contener la ingesta de alimentos o de preparaciones que son tu debilidad y sientes que el placer venció a la fuerza de voluntad…. te equivocas. Eres un ser humano, y muchas veces te ocurrirá eso. Procura ser una persona sana, no obsesiva; no quieras ni exijas cosas que no siempre se pueden obtener. Nunca es tarde para aprender nuevas estrategias que te produzcan placer y te sirvan de aliadas. No intentes ser tu propio juez. En lugar de recriminarte y destruirte, piensa: “Ya lo hice, ya pasó” y continúa con mayor envión hacia tu meta.
Date tiempo para los cambios. Lo rápido no siempre es valedero. Con el tiempo comprobarás que la marcha por un camino largo deja muchas enseñanzas aplicables para el futuro. Si aprovechas cada una de las etapas vividas y las registras en tu mente, o en un cuaderno que puedas repasar cuando lo desees, te darás cuenta de que has logrado cambios importantes. Descúbrelos y valóralos. Son un patrimonio fundamental para que vayas haciendo progresos verdaderos y perdurables en tu tratamiento.
No tomes todo a la tremenda. En la vida hay situaciones que nos sorprenden. Si una semana no bajas de peso a pesar de haber cumplido con tu plan nutricional, no dudes de que vas por buen camino; seguramente la semana siguiente volverás a registrar un descenso. Que la balanza no sea tu único indicador. A veces sucede que tu peso no varía, pero la ropa te queda mejor. Mírate y observa tus cambios.
Sonríe siempre. La sonrisa produce unas sustancias llamadas endorfinas que son saludables para tu vida.
Trabaja con otros placeres que te da la vida. No te obsesiones con tu tratamiento. Propónte otros objetivos que valgan la pena, otras inquietudes creativas y recreativas. Organízate y planifica con anticipación cada día, a fin de sentirte libre de pensamientos obstaculizantes. Para mantenerte motivado necesitas que tu mente esté libre de trabas. Puede ser que te agraden actividades que no signifiquen prácticas corporales, como pintar, dibujar, estudiar música o tocar la guitarra, el piano u otro instrumento. Dedícate a ellas; tu mente se alejará del pensamiento constante de la comida, de la obsesión por hacer todas las cosas perfectas.
Incluye el ejercicio diario en tu objetivo. La actividad física disminuirá tu ansiedad y despejará tu mente además de modificar tu figura. Elige alguna disciplina que te entusiasme. Es probable que por vergüenza te escondas de la gente y no te guste ir a gimnasios, pero ten presente que en esos lugares las personas se concentran en ellas mismas y no están pendientes de su entorno. Hay sitios especializados en los que podrás relacionarte con pares. No importa cuando comiences, lo importante es que te muevas, como meta complementaria para que tu descenso de peso sea el que esperas.
Relaciónate con gente sana. Visita a tus amistades si sabes que no obstaculizarán tu camino. Reúnete con personas positivas, alegres, que no estén demasiado pendientes de tu tratamiento ni te den consejos que tal vez no te sirvan. Si es posible, organiza caminatas diarias con ellas; te ayudarán a que tu comienzo sea agradable.
Por último te digo de todo corazón que todos los triunfos nacen cuando nos atrevemos a comenzar. Anímate y comprobarás que, cuando quieres, puedes.