Para poder alcanzar tu meta con éxito tendrás que cambiar tus hábitos, no sólo los alimentarios, sino también los que conforman tu estilo de vida.
Ante todo debes modificar tu manera de comer. Por lo general, las personas ansiosas que tienen kilos de más comen rápido, sin masticar, sin disfrutar de lo que ingieren, y pierden el control de la cantidad y la calidad de lo que consumen.
Es igualmente importante que corrijas costumbres sociales que no te favorecen. Anímate a hacerlo para no perder el rumbo que te has fijado.
Fracciona la ingesta diaria en varias comidas. Así aumentarás el gasto calórico ocasionado por los procesos digestivos.
No te saltees las comidas programadas, aunque no tengas apetito.
Prepara la ración exacta para no tentarte a comer de más. Si sobra algo, llévalo al freezer de inmediato.
Come en un ambiente tranquilo y oblígate a que sentarte.
Concéntrate en lo que comes. No realices en simultáneo con la comida otra actividad como fumar o mirar televisión. Si lo haces puede suceder que no registres lo que ingieras y que tengas apetito antes de lo previsto.
Come despacio. Mastica muy bien, saborea la comida y te sentirás satisfecho por más tiempo. El organismo cuenta con un mecanismo interno que se activa cuando hemos comido lo suficiente para cubrir nuestras necesidades y hace que nos sintamos satisfechos. Este proceso demanda aproximadamente 20 minutos para ponerse en movimiento. Si comes rápido, al cabo de ese período habrás ingerido más de lo que necesites para saciarte.
No te apures por devorar todo lo que haya en el plato. Apoya los cubiertos después de cada bocado y espera antes de incorporar el siguiente. A medida que pasen los minutos durante la comida, la ansiedad desaparecerá de tu mente.
No te exijas si no terminaste la ración. Déjala e intenta más tarde, cuando tengas apetito.
Toma mucho líquido durante todo el día. Prefiere sobre todo agua y consume también tisanas e infusiones. Acompaña cada bocado con la ingesta de agua.
Selecciona productos alimenticios de acuerdo con la información nutricional de los envases. Al hacer las compras, lee e interpreta correctamente las etiquetas. Ten presente que los tres primeros elementos de ellas poseen los mayores porcentaje de cada elemento. Fíjate que no contengan grasas trans o hidrogenadas.
No consumas indiscriminadamente alimentos dietéticos. Recuerda que no todos proporcionan menos calorías y grasas. Verifica que la fórmula sea reducida en azúcares simples y en grasas. Controla la cantidad que ingieras.
Disminuye el consumo de bebidas y golosinas dietéticas. Recuerda que su abuso te impedirá desprenderte de los alimentos carbo dulces.
Utiliza aderezos que sumen pocas calorías. Prepáralos con quesos untables descremados –en poca cantidad–, condimentados con poca sal y hierbas aromáticas frescas o secas y aligerados con jugo de limón, caldos magros, vinagre o vino. El alcohol de este último se evapora al calentarlo, por eso después de ese proceso no aporta calorías y lo que hace es conferir sabor agradable a las comidas.
No tengas en cuenta comentarios de quienes intentan obstruir tu camino. Pueden llegar a tentarte diciéndote: “¿Qué te va a hacer una porción más? Mañana ayunas ¡y todo solucionado!”. Nadie puede hacer por ti lo que tú mismo puedes realizar para tu propio bien.
Aprende a distinguir a las personas. Aléjate de las que no te contienen y acércate a las que te aportan beneficios para que puedas cumplir tu objetivo.
Trabaja constantemente en tus cambios. Mírate al espejo, obsérvate detenidamente y aprecia cómo van disminuyendo tus medidas.
No esperes resultados maravillosos. Si los estás obteniendo, piensa que puede producirse algún retroceso y en tales situaciones sigue firme en el camino hacia tu meta de bienestar general.
Si te esfuerzas diariamente para que tu tratamiento vaya evolucionando de modo favorable, ello te servirá para que con el tiempo obtengas un aprendizaje que te permitirá cambiar de manera definitiva tus hábitos alimentarios y tu estilo de vida. Te sentirás mejor y con deseos de continuar cuidando el resultado.
Sigue adelante… tú puedes, pero debes querer.