Por Alicia Crocco / Especial para Clarín
Para prevenir el problema o tratarlo, lo más aconsejable es que los chicos modifiquen su estilo de vida y su manera de alimentarse. Para lograrlo, el apoyo de los grandes es esencial.
Todos los seres humanos deben efectuar planes nutricionales y no dietas, y mucho más cuando se trata de chicos, quienes nunca deben ser sometidos a planes rigurosos.
Si los chicos logran hacer cambios en sus comportamientos alimentarios y estilo de vida, podrán mantener el peso o disminuirlo paulatinamente, ya que el crecimiento es rápido y por cada centímetro de aumento en la talla deberá adelgaza un kilo menos.
No se habla de descenso de peso, sino de cambios favorables para mejorar la calidad de vida.
La OMS (Organización Mundial de la Salud) afirma que, desde 1980, la obesidad se ha más que duplicado en todo el mundo. En 2008, 1.400 millones de adultos de 20 años y más tenían sobrepeso. Dentro de ese grupo, más de 200 millones de hombres y cerca de 300 millones de mujeres eran obesas.
El 65% de la población mundial vive en países donde el sobrepeso y la obesidad se cobran más vidas que la insuficiencia cardíaca.
En 2010, alrededor de 40 millones de niños menores de 5 años ya tenían sobrepeso. Si bien el sobrepeso y la obesidad tiempo atrás eran considerados un problema propio de los países de ingresos altos, actualmente ambos trastornos están aumentando en los países de ingresos bajos y medianos, en particular en los entornos urbanos.
En los países en desarrollo están viviendo cerca de 35 millones de niños con sobrepeso, mientras que en los desarrollados esa cifra es de 8 millones.
Factores ambientales
Ingesta de nutrientes con poco volumen y alto contenido energético y/o graso (todo lo que se realiza con azúcar de mesa, dulces, golosinas, bebidas gaseosas no dietéticas, preparaciones como pizza, empanadas, etc.)
Picoteo de chizitos, papas fritas, etc.
Sedentarismo.
Factores socioeconómicos.
Padres obesos que predisponen a sus hijos a la obesidad.
Otras complicaciones
Cutáneas: estrías, manchas.
Ortopédicas: pie plano, escoliosis.
Factores de riesgo cardiovascular: hipertensión, hipercolesterolemia, resistencia a la insulina (cuando existe obesidad, hay tendencia a que ésta se incremente).
Respiratorias: apnea obstructiva. Es una afección en la cual el flujo de aire se pausa o disminuye durante la respiración mientras se está durmiendo, debido a que la vía respiratoria se ha tornado estrecha, bloqueada o flexible.
Una pausa en la respiración se denomina episodio de apnea. Una disminución en el flujo de aire durante la respiración se denomina episodio de hipoapnea.
Endocrinológicas: hiperinsulinismo, ginecomastia (tejido adiposo en las mamas).
Gastrointestinales: hígado graso, litiasis (cálculos en la vesícula).
Ginecológicas: ovario poliquístico
Psicológicas
Es cierto que la herencia juega un papel preponderante. No obstante, la obesidad puede prevenirse.
Tres pilares
Plan alimentario adecuado.
Modificación de la conducta alimentaria.
Cambio del estilo de vida.
Medidas necesarias
Respetar horarios en las comidas y las cantidades.
Estimular a los niños a que ingieran agua en lugar de bebidas glucocarbonadas (jugos y gaseosas con azúcar).
Explicarles la importancia de un buen desayuno para aumentar la inteligencia en el colegio y la atención, y para prevenir compulsiones posteriores.
Variar la alimentación con productos de de todos los grupos: lácteos descremados, carnes magras, huevo, vegetales y frutas de todos los colores, cereales integrales, panes integrales en lugar de blancos; pastas cocidas al dente mezcladas con vegetales de todos los colores, sin el agregado de queso rallado.
Resaltar la importancia del consumo de frutas y verduras de estación para preservar la salud. Como mínimo, consumir 3 frutas diarias.
Cocinar las verduras al vapor para preservar el valor nutritivo.
No abusar en el consumo de carnes. La ración, diaria, debe ser del tamaño de la palma de la mano. Con una frecuencia de consumo de 2 a 3 veces por semana, cortes rojos magros; de 2 a 3 veces, carré o pescados de mar, y 1 a 2 veces por semana, pollo sin piel. En la comida que no incluye carne, incorporar vegetales de varios colores crudos y/o cocidos al vapor con 1 huevo, o con 1 ración de arroz integral, o mezclados con pastas cocidas al dente, con trigo burgol, con quinoa, o con choclo, papa o batata, preferentemente hervidos y fríos en la ensalada.
No utilizar aceite como medio de cocción (en frituras, éstas deberán ser esporádicas).
Evitar el salero. Cuanto menos sal se utilice, más salud se tendrá.
Realzar el sabor de las preparaciones con condimentos.
Buscar recetas fáciles de realizar y tratar de invitar a los niños en las preparaciones, para que a través del juego puedan ir aprendiendo las propiedades de los alimentos. Esto supone más tiempo para compartir y favorece su creatividad, coordinación y habilidad.
Reducir la cantidad de tiempo invertido en ver televisión, computadoras, hábitos que lleva a los chicos a los alimentos carbograsos (chizitos, papas fritas, galletitas dulces, etc.).
Incentivarlos para que realicen diariamente actividad física, que busquen aquella que les agrade y que puedan tener continuidad.
No rotularlos diciéndoles “estás gordo”.
Hablarles de cambios en los hábitos alimentarios y del estilo de vida en beneficio de su salud.
Pasar más tiempo con ellos. Procurar una vida afectiva equilibrada, esencial para prevenir situaciones de estrés. Las actividades, tareas, juegos compartidos con sus padres, abuelos, hermanos, etc. resultan esenciales para un desarrollo emocional sano.
Si se quiere lograr que ellos modifiquen sus hábitos alimentarios y estilo de vida, quienes están a su cuidado tendrán que hacer lo propio, dando el ejemplo.
Alicia Crocco es licenciada en Nutrición, autora de los libros recién editados Creo & Adelgazo 2° Edición y Ansiedad VS. Saciedad, de Editorial Kier. Sello editor Tetraedro. Conduce el programa Alimenta tu vida, por Metro, los sábados, a las 19.30.
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