Testimonios de pacientes. Extraídos del libro La Dieta Positiva.

Humberto Lubino

Edad: 53 años

Talla: 1,80 m

Bajó 42 kilos y debe continuar bajando

 

“Tener problemas de sobrepeso y reconocerlo es ganar media batalla. El resto depende de nuestra fuerza mental y motivación. Recurrir a un profesional para que nos ayude es importante. Por lo general, si lo intentamos solos podemos llegar a fracasar y perder un tiempo valioso, lo que va en contra de nuestra salud.

Excusas para no empezar la dieta tenemos a montones: posponer siempre un día más, usar ropa que se va estirando al compás de nuestro abdomen y muchas otras. Pero la alegría de ir perdiendo peso y sentirnos cada día mejor no se compara con nada. Por lo tanto: ¡fuerza y no aflojar!, que la nuestra es una lucha cotidiana.

Así como hay personas que cuando estamos gordos nos ven flacos y cuando estamos a dieta y perdemos kilos nos ven gordos, están también los que a cualquier hora nos ofrecen golosinas o bocadillos. “Total, ¿una qué te va a hacer?”, nos preguntan. Mi opinión es que a esa gente es mejor perderla que encontrarla.

La contención que tengamos en nuestro hogar es fundamental. Sin esa ayuda nuestra lucha se complica muchísimo. En mi caso, cuando llego del trabajo, mi esposa no demora en presentarme un buen tazón de sopa; con eso logra que deje de mirar con cariño la heladera. Las demostraciones de aliento del resto de la familia también son muy positivas. Sin la colaboración de ellos —en especial, de mi esposa— no hubiera obtenido tan buenos resultados.

He perdido 42 kilos; debo seguir y no aflojar. Los que somos propensos a engordar debemos cuidarnos siempre. El camino para adelgazar continúa y, a pesar de que muchas veces flaqueamos, es necesario preservar.”

 

 

 

Silvia Cabral

Edad: 38 años

Talla: 1,50 m

Bajó 12 kilos y debe continuar bajando

 

“Quiero decirles que me siento muy feliz con el resultado que estoy logrando. Inicié el tratamiento para adelgazar con Alicia, en el consultorio de Moreno.

Antes de comenzar me alejaba de la gente, me encerraba en mí misma. Me sentía fea, sin atractivos. Toda la ropa me quedaba mal. Me vestía con prendas grandes, de colores

oscuros. Nunca aparecía en fotos, salvo en las que me sacaban sin que me diera cuenta. No podía mirarme al espejo; me asustaba verme.

A pesar que me notaba gorda, no hacía nada para cambiar. Seguía comiendo y no encontraba la solución para mis males. Era una persona sumamente depresiva, y necesitaba medicación.

Sin embargo, el cambio de alimentación y el entusiasmo que fui adquiriendo con el transcurso del tiempo hicieron que cada vez me sintiera mejor de ánimo. A pesar de que tengo mis recaídas, el cambio de estilo de vida hizo que las depresiones fueran cada vez más espaciadas.

Según Alicia, me quedan kilos por bajar. Pero lo que me da alegría es que con esmero lo estoy logrando. Además, me dejo ayudar por ella y no busco resultados rápidos. Sé que debo ser paciente y mantengo mi línea de conducta. Mi deseo es bajar y así será.

Estoy contenta y les digo que siempre se puede cuando uno cede determinadas cosas. No todo sale como uno quiere. Siento que en este camino puse todo de mí y el resultado es el que espero. Sé que seguiré haciendo cambios importantes, como hasta ahora. Intentarlo es para todos; lograrlo es para los que se esfuerzan.”

 

 

 

Ana Rosa Jervasi

Edad: 41 años

Actividad: docente

Bajó 25 kilos

 

“¿Por qué escribir mi modesto testimonio? Porque es importantísimo mejorar día a día. Yo sentí eso.

Comenzar hoy y no mañana a hacer algo por mí ¡no fue fácil! Pero sentirme mal interna y externamente, levantarme con poca movilidad, no mejorar en lo físico ni en lo mental fueron factores que nos llevaron, a mí y a mi familia, a hacer un alto en el camino.

Por lo general las personas que tenemos que adelgazar decimos que empezaremos con el tratamiento el lunes. En mi caso fue un martes. Hoy sigo adelante con muchas ganas y tomo conciencia todos los días.

En todo esto tiene que ver no solamente uno mismo, sino también la familia, el entorno y un profesional que nos contenga, que además de poner en juego su saber comparta la alegría que sentimos los pacientes cuando cada semana hay un descenso de peso… ¡Gracias, licenciada Crocco! ¡Gracias, Alicia!

Estoy muy feliz, a pesar de que mi tratamiento tiene por objetivo aliviar la enfermedad que padezco, que es miastenia gravis. Bajar de peso es útil para no agotarme y ya estoy viendo los resultados, que son muy buenos: no me canso y mis músculos responden con menos medicación.

Bajé 25 kilos y aún queda camino por recorrer. Lo haré con entusiasmo y esmero.

Siempre tuve tendencia al exceso de peso. Comencé muchos regímenes que no llenaron mis expectativas. Ahora siento que la entrevista periódica con un profesional hace que todos aquellos que tengan que bajar de peso tomen conciencia y aumenten su autoestima. Así pueden mejorar día a día y no caer en adicciones ni en dietas milagrosas que no conducen a nada bueno.

Todo radica en comer cantidades permitidas, respetar los horarios, moverse, no ser sedentarios, elegir las formas de preparación adecuadas y cuidar que haya un equilibrio entre los alimentos que se distribuyen a lo largo del día.

Si deseas adelgazar, no pongas excusas; comienza hoy mismo. Si lo haces mañana tendrás un día menos de bienestar. Busca tiempo y espacio y lo conseguirás.”

 

 

 

Norma Goyena

Edad: 61 años

Talla: 1,63 m

Bajó 25 kilos y debe continuar bajando

 

“Cuando llegué al consultorio de Alicia en Villa Ballester estaba muy gorda. Desde que sigo este plan de alimentación me siento mucho mejor, más dinámica, con deseos de hacer cosas, de tener nuevos proyectos.

El régimen es muy variado, como rico y no hago demasiado sacrificio porque no paso hambre.

Un consejo para las personas de mi edad es, justamente, que no pongan la edad como pretexto. Yo pude y sigo en camino, porque todavía debo continuar hasta llegar al peso que me corresponde.

Uno debe tener voluntad para bajar de peso y sentirse bien. El éxito depende de nuestro cambio de actitud y de saber esperar el momento, que sin duda llegará.

 

 

 

Soledad Lucía Mega

Edad: 19 años

Talla: 1,64 m

Bajó 10 kilos

 

“Antes de iniciar el tratamiento con Alicia me sentía muy mal anímicamente, como también con mi cuerpo. Lo más desagradable era que no me daba cuenta de lo que comía, aunque sí notaba cuándo terminaba la etapa de comer y se iniciaba la de los reproches y las culpas.

En el pasado e incluso en la actualidad me siento discriminada. Me provoca impotencia y frustración comprobar que no puedo usar la ropa o adoptar la manera de vestir que quisiera, debido a que los talles que ofrece el mercado son para personas muy delgadas. Hacen ropa para un determinado grupo de gente y no piensan en los gordos.

Es muy ingrato sentirse discriminada por ser de mayor tamaño que los demás. Por ese motivo opté por comenzar algo diferente, que me hiciera sentir deseos de cambiar mi vida, mi ánimo y mi fe. Les comento que jamás quise ser gorda, pero la vida me dio este desafío y hoy lo estoy peleando con éxito.

Antes de comenzar con Alicia comía muy mal. Mi gran problema eran las cosas dulces; eran como una obsesión. No tenía límites, efectuaba ingestas en forma compulsiva y ponía excusas para comer en todo momento. Me escondía y guardaba los envoltorios y los restos de comida en bolsas, debajo de la cama y en otros lugares. Ahora que ha transcurrido el tiempo me doy cuenta de que reclamaba a gritos ayuda…

Tuve muchos fracasos con tratamientos anteriores, debido a que no me sentía cómoda, apoyada ni estimulada. Percibía que los profesionales a los que consultaba, al principio con esperanza, con el tiempo revelaban su inclinación a negociar, a utilizar la medicina para el comercio, y lo reflejaban en la manera de atender a sus pacientes. No quiero poner a todos los profesionales en una misma bolsa, pero mi experiencia personal fue así. No demostraban interés por mi sentir. Para ellos los obesos somos números, no personas en busca de un cambio sumamente importante en nuestras vidas, que nos lleve a sentirnos en plenitud.

En un tratamientos anterior bajé 23 kilos. Estimo que logré ese resultado porque me esforcé y por el respaldo de mi familia. El profesional no me brindó su apoyo, no me dijo frases alentadoras en mis caídas. Sentí que era una más entre los que acrecentaban sus ingresos. El mantenimiento tampoco fue exitoso porque no tuve la motivación necesaria para continuar el camino. La presencia del profesional no fue la adecuada para conseguir una estabilización del peso.

Como el tratamiento actual sí me proporciona contención, considero que mis intentos previos fracasaron porque me faltó el sostén emocional, la palabra exacta que tan valiosa es para los que padecemos esta enfermedad. Sentimos la necesidad de ser escuchados, de que nos presten atención. Eso es tan importante como la evolución del descenso de peso para continuar la lucha y vencer los bajones, las mesetas y otras situaciones en las que se tornan imprescindibles los recursos que un profesional idóneo posee y quiere poner al servicio de sus pacientes.

Opino que cuando una persona llega al objetivo deseado aún requiere el control periódico con el especialista que guió el tratamiento. Eso permite comprobar paso a paso los resultados, festejarlos si son buenos y, si son malos, asumir los errores y efectuar los cambios necesarios. Lo que menciono no se puede lograr sin una ayuda profesional adecuada, contenedora, que nos transmita fuerza… Si no existe este elemento, poco a poco se recupera el peso perdido.

Hoy puedo decirles por medio de estas líneas que me siento muy bien, con mucha energía interior que me anima a seguir el camino con entusiasmo, valorando los resultados obtenidos y tratando de mejorar día a día.

Reconozco que no estoy sola. Tengo a mi familia y a una profesional carismática que me contiene en mis caídas, que constantemente me dice que si yo fracaso también fracasa ella, porque somos un equipo. Y ese equipo funciona bien si trabajamos juntas y nos comprometemos a vencer los obstáculos que se puedan presentar, sabiendo que el paso siguiente es comprobar que se puede si uno sabe qué es lo que quiere y lucha por concretarlo.

Esa propuesta que me hizo Alicia fue la mejor que he recibido hasta ahora. No me siento sola, porque la responsabilidad no es únicamente mía, sino que es compartida. Todo esto tan lindo que experimenté con Alicia comenzó cuando tomó mis manos y se comprometió conmigo en este camino.

Espero el mejor resultado. Sé que debo efectuar un cambio para mejorar mi estilo de vida y modificar mi manera de comer. Tengo que aprender a saborear la comida, a elegir adecuadamente lo que me llevo a la boca , a apreciar la diferencia con el pasado, cuando comía sin distinguir un alimento de otro y estaba cada vez más gorda.

Tengo una meta más que importante: no reside sólo en llegar a mi peso saludable, sino también en no volver a sufrir jamás la discriminación.

Mi camino recién comienza. Bajé 10 kilos en un mes y medio y me queda mucho por recorrer… Esta vez es diferente, porque asumo la realidad de los errores pasados. Sé que no es fácil, que deberé esforzarme para tener buena onda y fomentar —como Alicia me dice siempre— los pensamientos positivos, para establecer los buenos deseos en mi interior, porque si no nacen desde ahí no me será posible alcanzar el triunfo en el sendero por el que estoy avanzando.

Puedo afirmar con certeza que opté por la salud, por la vida plena, y que tarde o temprano lo voy a lograr. A pesar de que soy muy joven, los kilos de más son perjudiciales para mi corazón. La obesidad es una enfermedad que acorta la vida, porque resta vitalidad al cuerpo. No es cierto, aunque algunas personas lo sostengan, que la gordura sea sinónimo de salud. Estar sano es saber elegir adecuadamente lo que se come.

Les deseo que no se posterguen; el tratamiento es para el bien de ustedes. Yo comencé un nuevo camino. Una carrera larga, o mejor dicho un largo andar, que continúa esta vez con alegría y con fe en que mantendré el resultado para siempre.”

 

 

 

Gustavo Lemos y Gabriela Duarte

Gustavo

Edad: 28 años

Talla: 1,70 m

Bajó 15 kilos y debe continuar bajando

Gabriela

Edad: 26 años

Talla: 1,55 m

Actividad: estudiante

Bajó 12 kilos y debe continuar bajando

 

“El bajar de peso y sentirnos bien con nosotros mismos es un objetivo que aún no hemos concretado, pero lo más importante para llegar adonde estamos es el apoyo que ambos nos damos y la ayuda incansable de Alicia. Seguiremos luchando contra nuestros obstáculos. Estamos convencidos de que alcanzaremos la meta. Nos cuesta mucho pero lo lograremos.

Todo comenzó en diciembre de 1999, cuando al regreso de las vacaciones nos encontramos en una situación caótica. Era muy poca la ropa que nos quedaba bien. Muchas personas nos señalaban que estábamos muy gordos. Nos sentíamos muy pesados y comíamos sin control.

Yo —dice Gabriela— siempre miraba por Utilísima el programa Técnica de barra diet. Me gustaba ver a la licenciada en Nutrición Alicia Noemí Crocco. Mi esposo, al comprobar que yo confiaba en ella, obtuvo sus números de teléfono en el gimnasio de Verónica Lercari. En mi caso personal, si Gustavo no hubiera llamado, seguiría limitándome a escuchar sus consejos por televisión. Probablemente ambos estaríamos con una cantidad de kilos de más y sin lograr controlarnos.

El día que Gustavo se comunicó con uno de los consultorios de Alicia y concretó una primera entrevista fue un momento decisivo en nuestras vidas. Supimos que todo comenzaría a cambiar si nos ayudábamos y nos proponíamos tener voluntad para bajar de peso. Reconozco que sentí miedo, pero a la vez tenía muchas expectativas y sentía que estábamos dando un muy buen paso.

Cuando Alicia nos atendió, nos preguntó si realmente estábamos convencidos de querer bajar de peso y nos dijo que si la respuesta era afirmativa teníamos que apoyarnos mutuamente.

Durante las primeras semanas ambos estábamos muy contentos e incentivados, porque bajábamos de peso y en verdad no nos costaba demasiado. Compartíamos el mismo objetivo y por el amor que nos tenemos prometimos ayudarnos el uno al otro, con la condición de que nadie se enterara (al comienzo) de que estábamos haciendo dieta, para no sentir presiones externas de la familia o de los amigos. Nuestra decisión era lograr nuestro objetivo con la ayuda de Alicia.

Aprendimos a comer más sanamente, a elegir los alimentos y a manejarnos en una reunión o cuando comíamos fuera de casa. Además de la dieta, efectuábamos actividad física —caminatas diarias de 45 minutos a paso rápido—, de acuerdo con la indicación de Alicia.

Al cabo de tres o cuatro meses tuvimos que comprometernos con otras tareas que no nos permitieron continuar con las caminatas diarias. Esto afectó la disminución del peso y, por ende, nuestra estimulación ya no fue la misma que al comienzo.

Es probable que, como la ropa no nos quedaba chica y todos los conocidos nos decían que estábamos más delgados, hayamos buscado pretextos para no efectuar la tarea como debíamos hacerlo para alcanzar la meta con éxito. Ése fue un momento duro.

Actualmente nos cuesta seguir bajando de peso; necesitamos renovar las motivaciones. Muchas veces nos marchamos entusiasmados del consultorio de Alicia, pensamos que vamos a dar todo de nosotros para revertir la situación que nos lleva a no continuar bajando, pero no lo logramos. Las tentaciones nos dominan y eso hace que no podamos (por ahora) concretar nuestro propósito.

Pero desde lo más profundo de nuestro ser estamos convencidos de que lo vamos a conseguir. Sabemos que las cosas no se obtienen mágicamente, sino con optimismo y dedicación. Si nos esforzamos para no caer una y otra vez en ponernos trabas, sin duda lo lograremos.”

 

 

 

Carolina Talarico

Edad: 23 años

Talla: 1,64 m

Licenciada en Psicología en diciembre de 2000

Bajó 15 kilos y debe continuar bajando

 

“Es fácil creer que si uno desea algo va a dar todo de sí para alcanzarlo. Es fácil proponérselo, intentarlo, soñar con los resultados. Pero… lograrlo no es tan fácil, y menos si uno está solo, si no tiene a alguien que lo acompañe en las caídas, si no cuenta con una palabra de aliento que le recuerde que, aunque el objetivo es a largo plazo, uno está en el camino.

Porque muchas veces —por lo menos en mi caso— existe la tentación de abandonar el tratamiento. El camino se hace largo y cuesta arriba, lleno de subidas y bajadas. La constancia y la fuerza de voluntad disminuyen. Las tentaciones acechan con mayor frecuencia; los alimentos no permitidos pareces más rico. El ejercicio cansa… En fin, todo se vuelve en contra. Aquello que se quería alcanzar se desdibuja. Las metas se esfuman.

Y justo en ese momento aparece la persona que necesitas y te dice que no bajes los brazos, que tú puedes, que cada vez falta menos y que el tratamiento es para tu bien. Entonces todo vuelve a recomponerse. Cada cosa va tomando nuevamente su lugar. Esas palabras te dan ánimo y te ayudan a pensar que concretar una decisión no es tan difícil.

De pronto te das cuenta de que tal vez exagerabas, de que la clave no está en los sacrificios y privaciones sino en empezar a disfrutar de lo que haces, porque lo estás haciendo por ti, por tu salud y por tu bienestar. Así, las cosas resultan mucho más fáciles. Cada gramo que bajas es un triunfo para tus proyectos y te da la motivación para seguir adelante, aunque existan períodos de estancamiento… y yo sé de qué se tratan, porque los he tenido y aún los sigo teniendo por mis tentaciones sin control.

Sé que puede parecer difícil, incluso imposible, pero es necesario tener el objetivo bien claro y no apresurarse con los tiempos, porque cada sujeto tiene los suyos. Y no lo digo sólo por el metabolismo; creo que hay que darle a la cabeza el tiempo suficiente para que quiera acompañar al cuerpo en su descenso de peso. De lo contrario, todos los esfuerzos costarán el doble.

¡Adelante! Con paciencia y voluntad siempre se puede. ¡Suerte a todos los que lean este libro! Espero servirles de algo con mi experiencia personal.

Para finalizar mi testimonio quiero darle las gracias a Alicia por brindarme siempre la palabra justa en el momento oportuno.”

 

 

 

Ana Nigro

Aunque le cuesta mucho, va a llegar a su peso saludable

 

“Hace 3 años que estoy en tratamiento con Alicia y resalto mi deseo de llegar a la meta. Me cuesta mucho lograrlo. Hasta ahora bajé 10 kilos con muchos vaivenes.

Me gusta disfrutar de la belleza, de los colores, de las flores, de un paisaje, de una puesta de sol, de un cuerpo hermoso. Sin ser muy coqueta, me encanta que un pantalón y una simple chaqueta y me queden elegantes.

Cuando llegué al consultorio de Alicia en Moreno, después de un largo peregrinar por otros profesionales y grupos de autoayuda, pesaba 80 kilos, en completa disarmonía con mi escaso 1,60 m de altura. Al comienzo bajé con rapidez, hasta que hace ya mucho tiempo me frené en los últimos 4 kilos que todavía debo bajar para llegar a mi peso.

Creo que este freno inconsciente obedece a que me veo bien, pues mi figura cambió de manera notoria. Constantemente me pongo trabas para lograr mi objetivo. Experimento una especie de miedo a no encontrarme dentro de mi nuevo esquema corporal.

Pero voy a llegar a la meta. Siento que Alicia, además de ser mi nutricionista, es mi amiga. Siempre me apoya y nunca me reprocha mis continuas caídas. Me dice las palabras exactas en el momento indicado y así recupero el incentivo para continuar por el camino propuesto.

Sé que voy a llegar a mi peso, porque estoy decidida. Lo fundamental es el clic, y estoy convencida de que llegará porque persevero en mi esfuerzo y porque un cuerpo armónico es belleza para disfrutar y para agradecer al Supremo Hacedor. A pesar de mis vaivenes, lo voy a lograr; se los aseguro.

Si algunos de ustedes sienten que les sucede lo mismo que a mí, no caigan en el abandono. Sigan luchando por el estar en armonía en cuerpo y espíritu.”

 

 

 

Oscar T. Farías

Edad: 50 años

Talla: 1,78 m

Bajó 32 kilos en 4 meses y le falta muy poco para llegar a su peso saludable

 

“Les comento por qué consulté a una nutricionista. Hace aproximadamente un año sufrí la rotura de los meniscos de mi rodilla derecha, sin que recuerde un esfuerzo que la justifique. Según el traumatólogo que me operó, pudo producirse por el exceso de peso; de más está decir que me indicó adelgazar. Debo agregar que nunca me repuse por completo de esa rodilla. Ahora que tengo muchos kilos menos, volveré al traumatólogo para encarar mi recuperación desde una situación más favorable.

Una de las revisaciones médicas que periódicamente realizan en la empresa donde trabajo reveló que tenía la aorta elongada. El médico laboral me señaló que podía ser por el exceso de peso y me recomendó visitar a un cardiólogo y a una nutricionista. Aunque el resultado de los estudios cardiológicos fue tranquilizador, el especialista insistió sobre la necesidad de que adelgazara y controlara mi presión arterial.

El exceso de peso hacía que me agitara al subir una escalera y que me cansara incluso con el mínimo esfuerzo. Eso se notaba en mi manera de respirar. Por otra parte, ni hablar de la dificultad para encontrar ropa de mi talle que además gustara.

Impulsado por el deseo de sentirme sano y vital, comencé el tratamiento con la licenciada Alicia Crocco en su consultorio de Villa Ballester. En la primera semana bajé 4,900 kilos. Eso me alentó a continuar con el tratamiento y a no apartarme del camino.

Durante la niñez y la adolescencia fui robusto, no gordo. Con el correr de los años fui aumentando de peso debido al tipo de alimentos que consumía, el desorden en los horarios de comidas y la falta de actividad física. Aclaro que trabajo todo el tiempo sentado, operando una computadora.

Antes de iniciar el tratamiento para adelgazar, mi rutina de comidas consistía en desayuno, almuerzo (comida rápida llevada de casa a la oficina), picoteo desde que volvía a mi hogar y cena; inmediatamente después me acostaba a dormir.

Gracias a las indicaciones de la licenciada Crocco, no sólo cambié mis comidas por otras más saludables, sino que ahora cumplo con una disciplina de horarios que hace que en ningún momento tenga ganas de comerme todo, como me sucedía antes. Adelgazo comiendo sano y sin tener que sacrificarme pasando hambre.

Con la dieta y las caminatas de aproximadamente una hora diaria conseguimos buenos resultados. Hoy me siento otra persona, con más entusiasmo y mejores condiciones físicas. Soy consciente de que todavía me queda camino por recorrer.

Quiero agradecer a la licenciada Crocco, que es la hacedora de este cambio, y a mi esposa, pues sin el apoyo y la ayuda de ambas los logros no serían los que acabo de describir.”

 

 

 

Silvia R. Lanz de Farías

Edad: 39 años

Talla: 1,61 m

Bajó 15 kilos y le falta muy poco para llegar a su peso saludable

 

“Cuando mi esposo Oscar inició el tratamiento con la licenciada Alicia Crocco, lo acompañaba a las consultas semanales y escuchaba las indicaciones.

Seguí la dieta confeccionada para él y en los comienzos, a pesar de haberla efectuado por mi cuenta, bajé 3 kilos. Alicia sabía que yo estaba cuidándome y en una de las entrevistas me preguntó cuanto había bajado. Le respondí, ella me pesó y a la semana siguiente comprobamos que no había ninguna modificación en mi peso. Entonces Alicia quiso ayudarme y me dio indicaciones diferentes a las de Oscar. Me explicó que no bajaba porque el plan nutricional debía ser personalizado y yo requería otras cantidades. Nos comentó que no todos debemos consumir las mismas calorías, que la alimentación debe variar de acuerdo con las características de cada individuo y la etapa en que se encuentre, y adaptó el plan de comidas de mi esposo para que con las modificaciones sugeridas por ella pudiera continuar bajando.

A la semana siguiente volví a bajar de peso y al cabo de cuatro meses bajé 15 kilos. La dieta me benefició no sólo porque me siento mejor sino también porque mi nivel de colesterol sanguíneo descendió de 240 a 150 mg.”

 

 

 

Fernando Pesci

Edad: 24 años

Talla: 1,72 m

Bajó 30 kilos en 4 y 1/2 meses

 

En lugar de redactar su testimonio, Fernando prefirió responder preguntas que le formulé.

—¿Cómo te sentías antes de comenzar el tratamiento para adelgazar?

—Desde el punto de vista físico, me costaba respirar. Cuando jugaba al tenis no llegaba al final del partido, me agitaba muchísimo y tenía dolores de espalda; después me deprimía. La vestimenta era un problema; usaba las camisas fuera del jean para ocultar los kilos de más y prefería los colores oscuros. Comía en exceso y luego me reprochaba. Desde el punto de vista psicológico, me sentía observado y me disgustaba cada vez más el término “gordo”. Los comentarios de la gente, de mis amigos y de mi propia familia me molestaban. Las cenas eran una discusión continua. No era consciente de la mala elección de alimentos.

—¿Qué sientes ahora, a medida que alcanzas tu objetivo de adelgazar?

—Actualmente todos mis sentidos me acompañan en este camino, porque estoy obteniendo resultados excelentes. Cuando me miro al espejo no lo odio y puedo comprobar que la ropa me queda mejor, que mi figura se ve armoniosa. Comparo estos logros con la frustración de experiencias previas, con dietas de muy poco valor calórico que me hacían bajar bruscamente para luego volver a aumentar.

—¿Qué te impulsó a comenzar este tratamiento?

—Mi madre, que tenía referencias de personas que obtuvieron resultados exitosos, me habló muy bien de ti y solicitó el turno para que me atendieras.

—¿Qué modificaste para llegar a los buenos resultados?

—Desde que me diste apoyo y me alentaste a tener pensamientos positivos, siento optimismo. Sigo tus indicaciones con respecto a las comidas, al control de todo lo que me llevo a la boca. Me esmero al practicar el deporte que me agrada. Me esfuerzo y pongo todo de mí para llegar a la meta esperada y seguir sintiéndome bien. Presto atención a la modificación de mi cuerpo y compruebo que no sólo yo veo los resultados, sino que los demás admiran mi éxito. Lo importante es llenarse de entusiasmo y rodearse de personas que nos acompañen en el camino, para sentir que el compromiso es compartido y festejado. Eso lo aprendí de tus consejos; en cada consulta me dices frases que llegan con rapidez a mi mente y se instalan para surgir en los momentos de inseguridad y evitar los tropiezos. Además me enseñaste a distinguir entre las personas que me ayudan y las que podrían apartarme del camino.

—¿Qué cambiaste en tu alimentación?

—Aprendí a comer con inteligencia, a elegir, incluso en reuniones y compromisos sociales, lo que no entorpece la evolución del tratamiento. De acuerdo con tu orientación, como sin culpa y aplico los conocimientos que me transmitiste.

—¿Cómo haces para no tropezar con facilidad?

—Cada vez que me llevo algo a la boca pienso en el esfuerzo que estoy haciendo. Sé que el resultado lo voy a cuidar para siempre.

 

 

 

Emiliano Rivarola

Edad: 18 años

Talla: 1,73 m

Bajó 15 kilos y está en la etapa de mantenimiento

 

“Decidí acudir a una nutricionista porque me sentía mal conmigo mismo. En el último tiempo había engordado más de la cuenta y necesitaba volver a estar en mi peso, no sólo por lo que pensaran los demás sino porque quería volver a usar ropa que me quedaba muy apretada.

Cuando mi organismo respondió favorablemente al régimen de comidas que me indicó la licenciada Crocco, comprobé que mi situación se podía revertir si me esforzaba más. Cada vez me siento mejor y más satisfecho por haber logrado mi objetivo.”

 

Marta Neves de Zimmermann

Edad: 37 años

Bajó 10 kilos y está en la etapa de mantenimiento

 

“Tengo un esposo y una hija de 3 añitos, ambos maravillosos.

Esta vez adelgacé con seguimiento profesional desde el comienzo. Con anterioridad ensayé diferentes dietas mágicas y los resultados nunca fueron satisfactorios. En una oportunidad logré bajar varios kilos, pero al poco tiempo volví a aumentarlos.

Llegué a excederme en 10 kilos. Eso me impidió vestirme con el tipo de ropa que siempre había preferido; empecé a usar prendas grandes y sueltas. También cambió mi forma de ser. Me sentía deprimida y angustiada porque no me reconocía en mi cuerpo, y en inferioridad de condiciones por ser gorda.

Es increíble cómo cambia nuestro exterior cuando algo cambia en nuestro interior, y viceversa. Busqué apoyo externo al darme cuenta de que sola no podía y no puedo. Cuando tomé la decisión de hacer algo por mí, acudí a Alicia y me encontré con una mujer que, además de ser una excelente profesional, tiene la capacidad de escuchar al paciente, de ser comprensiva y contenedora. Todo esto me ayudó muchísimo, y aún me ayuda en los momentos en que la problemática diaria me conduce a comer desordenadamente.

Descubrí que comer de manera ordenada es más efectivo y menos sacrificado que no comer. Junto con la dieta, comencé a hacer gimnasia dos veces por semana y lentamente mi cuerpo fue cambiando. Recuperé mi autoestima y con ella la seguridad y confianza en mí misma.

Actualmente estoy en la etapa de mantenimiento, que es la que más me cuesta. Por lo tanto, es ahora cuando más necesito a alguien que guíe mis pasos o, mejor dicho, mis mordiscos.”

 

 

 

Teresita

Edad: 42 años

Talla: 1,61 m

Bajó 11 kilos y está en la etapa de mantenimiento

 

“Todo comenzó cuando me regalaron una pollera negra muy bonita y me espanté al probármela. Hacía ya tiempo que intentaba comprarme un pantalón, pero incluso el talle 4 me quedaba chico. El día que fui a cambiar la pollera, me paré frente a la vidriera, pero no entré en el negocio; giré sobre mis talones y decidí iniciar una dieta para bajar de peso.

Durante un tiempo conseguí no aumentar como lo venía haciendo, pero…¡de perder peso, ni noticias! Por suerte empecé a trabajar como secretaria de Alicia en el consultorio de Belgrano. Me indicó un plan nutricional que sirvió para equilibrar mis comidas y, sobre todo, para fraccionarlas.

Antes no almorzaba, casi no merendaba y, a pesar de que comía galletitas durante todo el día, a la hora de cenar nada me alcanzaba. El aumento del número de ingestas diarias hizo que no pasara hambre. Si me atacaba la ansiedad, siempre tenía a mano un recurso para sobrellevarla: fruta, gelatina dietética, pickles, yogur descremado con cereales, queso compacto magro o cualquiera de las sugerencias de Alicia.

Al principio bajé aproximadamente 1,500 kilo en una semana. Ella me alentó para seguir el camino. Me dijo que ese descenso en la primera fase revelaba que estaba eliminando mucho líquido por la buena realización de mi plan nutricional.

Con esfuerzo modifiqué mis hábitos alimentarios y paulatinamente me sentí mejor. Cuando la balanza no manifestaba cambios me preocupaba un poco y pensaba cuáles habían sido los errores, para que mi esfuerzo diario siguiera teniendo resultados exitosos. Lo importante es no desesperar y no dejar de comer por suponer que así se baja más rápido.

Después de bajar 11 kilos llegué al mantenimiento. No es una tarea fácil, porque las tentaciones llegan inesperadamente. Por mi parte, aprendí a elegir con criterio. Sé que, si tengo en cuenta la cantidad y la frecuencia, puedo salirme de la dieta sin sentir culpa, porque soy capaz de controlar lo que agrego a mi plan nutricional.

Lo único que no consiguió Alicia hasta el momento es que aumente mi actividad física. Soy sedentaria y sigo encontrando mil pretextos para no moverme. Sin embargo, entiendo que el desgaste por medio del ejercicio es un complemento importante de la dieta.

Cuando la gente nota tus progresos, algunos te felicitan, otros te preguntan si el descenso de peso no afecta tu estado general, y también están los que te dicen que no sigas cuidándote porque ya adelgazaste mucho.

No se dan cuenta de que, si se hace del modo correcto, bajar de peso es favorable para la salud. Tengo claro que me intereso por ella y no sólo por verme bien en el espejo. Me esforcé por llegar a la meta y ahora quiero mantener los buenos resultados. Siempre se puede cuando se pone voluntad y se tiene claro el objetivo.”

 

 

 

Gabriel Acevedo

Edad: 32 años

Talla: 1,82 m

Actividad: publicitario

Bajó 13 kilos y está en la etapa de mantenimiento

 

“Antes de este tratamiento concurría a médicos que me daban pastillas milagrosas, que me hacían eliminar una excesiva cantidad de líquidos y bajar rápido. Pero luego subía lo que había bajado, y nunca modificaba mi manera de comer. Considero que un cambio en la conducta alimentaria es la clave fundamental para obtener resultados satisfactorios.

Muchas personas me señalaban que estaba gordo, pero yo no quería darme cuenta y lo negaba. Sin embargo, destruía mis fotos, porque no me gustaba verme así. En la primera consulta con Alicia le dije que no estaba tan gordo. Entonces, ella me preguntó para qué iba a verla. Después de muchas reflexiones comprendí que debía adelgazar, no sólo por mi figura sino porque el sobrepeso me conducía a enfermarme.

Ahora como sano y variado. No paso hambre. Después de alcanzar con éxito mi peso saludable y esperado, llegó la etapa de mantenimiento. Me cuesta bastante conservar lo que he logrado con esfuerzo.

Aún continúo negando algunas cosas, pero asumo mis errores y, luego de varios replanteos, los corrijo. Sé que tendré que cuidarme de por vida, porque tengo tendencia a engordar. Por lo tanto, como me siento feliz con el resultado que obtuve hasta aquí, seguiré cuidándome y superando mis trabas.

Durante el mantenimiento como lo que me gusta. Alicia me orienta con respecto a las cantidades y la frecuencia de consumo de mis preparaciones y postres favoritos. Todavía no puedo controlar los volúmenes, pero sé que lo conseguiré.

Realizo actividad física sólo de vez en cuando, y cuando lo hago me engaño suponiendo que puedo comer sin límite… total, el deporte hace el milagro de mantener mi peso. Muchas veces, después de los controles, Alicia me hace reconocer que el ejercicio es un complemento valioso, pero no mágico; me explica que si no se respeta la dieta, el gasto de energía que se produce con el movimiento no es suficiente para que el peso se mantenga.

Doy fe de que se puede si uno lucha por lograr lo que quiere.”

 

 

 

 

 

 

Ramona Acosta

Edad: 57 años

Talla: 1,55 m

Actividad: encargada de edificio

Bajó 15 kilos y está en la etapa de mantenimiento

 

“Soy espectadora de Utilísima Satelital y conocí a Alicia en el programa Técnica de barra diet. Un día la vi por la calle, me acerqué y le pedí los teléfonos de sus consultorios.

Comencé con mucha inseguridad, porque no pensé que los resultados iban a ser tan buenos. Ahora me encuentro muy feliz. Con el nuevo plan de comidas, mi vida cambió. Además de bajar de peso, como rico y no paso hambre. Me siento renovada. Bajé 4 talles de ropa, la gente ve mi transformación, mi humor es más alegre.

Una alimentación adecuada mejora la salud. Yo era hipertensa, tenía colesterol elevado y no podía bajarlo ni siquiera con medicación. Gracias a la dieta que me indicó Alicia, todo eso desapareció. Por otra parte, no estoy débil; al contrario, noto que tengo más energía.

Bajé 15 kilos en 8 meses. Estoy en mantenimiento. Tuve y sigo teniendo voluntad para no apartarme del camino que me llevó a estar mejor, física y anímicamente. Seguiré esforzándome para que este estado que logré se mantenga para siempre.”

 

 

 

Ricardo Montenegro

Edad: 60 años

Talla: 1,66 m

Bajó 17 kilos y mantiene su peso saludable desde hace aproximadamente 4 años

 

“Un problema cardíaco me llevó a buscar un tratamiento que me permitiera adelgazar sin consumir antajadaminas, diuréticos ni laxantes.

Por suerte encontré a la licenciada Crocco, una profesional que supo indicarme el plan de alimentación adecuado para mantenerme fuerte y lograr que mi función cardíaca no se viera perjudicada por el exceso de peso.

Cierto sacrificio es imprescindible al principio, lo mismo que una motivación. Después, cuidarse se transforma en algo natural y empiezan a verse los beneficios. Se logra bajar de peso en forma pausada y continuar hasta alcanzar el peso normal.

El tratamiento de la obesidad es simple. El éxito no se mide en el curso de días o semanas, sino cuando se llega al objetivo propuesto, que es, además de la reducción, el mantenimiento indefinido del peso saludable.”

 

 

 

Silvia Ledesma

Edad: 48 años

Talla: 1,59 m

Bajó 13 kilos y mantiene su peso saludable desde hace varios años

 

“Consulté a Alicia en el consultorio de Villa Ballester porque el exceso de peso que tenía en ese momento hacía que sintiera dificultades para respirar y que mis piernas estuvieran muy doloridas e hinchadas. Mi cardióloga me pedía en cada consulta que bajara de peso para aliviar mi problema de hipertensión.

Yo, como muchas otras personas, me dejaba tentar por dietas mágicas y siempre me desilusionaba, porque los pocos kilos que lograba bajar con mucho sacrificio volvían en un abrir y cerrar de ojos. Así perdía el tiempo, seguía aumentando de peso y el riesgo de enfermarme era cada vez era mayor.

Después de una larga búsqueda conocí a Alicia. Con ella aprendí a manejar mis ansiedades. Modifiqué paulatinamente mi manera de comer. Corregí mis malos hábitos y pude comer sano, rico y nutritivo sin dejar de lado los platos y postres que son mi debilidad.

Siguiendo sus consejos, paso a paso, bajé 13 kilos y reduje mi figura en 3 talles. Me siento muy bien. Mi presión arterial está controlada y mi cardióloga está muy contenta. Como ya hace varios años que me mantengo en el peso correcto, tengo permitidos en la semana un helado, una porción de torta, dos facturas y otras licencias a mi gusto, sin pasarme de las cantidades permitidas.

Obtuve resultados exitosos gracias a mi esfuerzo y a la ayuda profesional de Alicia, que además de comprenderme y guiarme demostró ser una persona muy noble y una buena amiga.

Sepan concretar su meta. Ayúdense y déjense ayudar.”

 

Maximiliano Mazzulla

Edad: 25 años

Talla: 1,83 m

Bajó 11,500 kilos y está en la etapa de mantenimiento

 

“Tuve mi primera consulta con Alicia por recomendación de un amigo. Pesaba 95 kilos (10 por encima de mi peso normal) y en sólo dos meses y medio bajé 11,500 kilos.

Comenzamos con la tarea de modificación de hábitos alimentarios. Alicia destacó la importancia de realizar como mínimo cuatro comidas diarias, que por motivos de desorganización horaria yo no efectuaba. Me hizo comprender que alimentos tales como embutidos, vísceras, fiambres, lácteos enteros, carnes grasas y azúcar no son indispensables para mantener la salud. También me indicó cuáles eran las cantidades adecuadas de los alimentos permitidos para que mi evolución fuera favorable.

Suprimí todos los alimentos engordantes y, a pesar de que me parecía difícil, lo logré porque me sentí mejor a medida que iban pasando los días. Me interesa señalar que no paso hambre y como cosas sabrosas y nutritivas.

Durante la etapa de adelgazamiento, mi alimentación consistía en todo tipo de carnes magras, muchos vegetales crudos, legumbres, papa, batata, choclo, arroz integral. Podía consumir diariamente muchas entrecomidas, como frutas frescas, lácteos descremados (por ejemplo, yogur con cereales o queso compacto magro), gelatina dietética.

Después de obtener el resultado esperado en mi descenso de peso, me di cuenta de que Alicia me enseñó a alimentarme bien, con respecto no sólo a la calidad sino también a la cantidad de alimentos, y también a tener el control de los horarios de comidas para no saltearlos y evitar atracones posteriores.

Para finalizar este testimonio sobre mi primer tratamiento para adelgazar, les aconsejo que en lo posible traten de realizar alguna actividad física, que junto con el plan nutricional ayuda a sentirse mejor y a que los kilos de más se eliminen satisfactoriamente.”

 

 

 

Gonzalo Magallanes

Edad: 30 años

Talla: 1,75 m

Actividad anterior: jugador de rugby

Actividad actual: estudiante de Derecho

Bajó 25 kilos en 2 y 1/2 meses y mantiene su peso saludable desde hace aproximadamente 8 años

 

“No voy a negar que es hermoso de vez en cuando darse unos atracones bárbaros, o participar de comilonas con motivo de algún festejo, o simplemente comer lo que realmente nos encanta y que por lo general engorda, pero… ¿saben una cosa? Yo ahora lo puedo hacer sin culpa y de manera ordenada. ¿Cómo es posible esto? Les cuento.

Siempre fui gordo, obeso, rollizo, pero feliz. De chico, en el fútbol siempre iba al arco, nunca jugaba de delantero o mediocampista con proyección. En el ring-raje me agarraban siempre. Treparme a mi árbol era un triunfo. Obviamente, tenía problemas con la ropa, que casi nunca me quedaba cómoda. Ni hablar de lo que sufría en verano. Me transpiraba la vida y, con aquellas capas de tejido adiposo, el calor se multiplicaba.

Llegó la adolescencia y las cosas cambiaron. Cambió el carácter, cambiaron los gustos y cambiaron las necesidades. Era una etapa muy, pero muy decisiva para mí: vivirla a pleno y del modo más feliz posible iba a marcar la manera en que encararía el resto de mi existencia. La felicidad es la razón por la que vivimos, pero cada ser humano tiene su particular parámetro de lo que es la felicidad. Yo tuve una infancia muy feliz, pero cuando entré en la adolescencia noté que algo me estaba pasando, algo no estaba funcionando bien. Tenía amigos, me llevaba de diez con mi familia, no me iba mal en el colegio… pero ya no estaba cómodo con mi zapán, empezaba a sentirme mal con mi aspecto, no me gustaba a mí mismo, y eso ya es gravísimo. Si uno tiene la suficiente personalidad —y yo en esa etapa estaba forjando la mía—, no le importa la opinión de los demás, pero lo que sí es fundamental para sobrellevar los avatares cotidianos es estar conforme con uno mismo, y no lo digo sólo desde el punto de vista estético, sino con respecto a los propios logros.

El profesor de educación física de mi colegio me vio condiciones para jugar al rugby; por supuesto, para ocupar el puesto de pilar, en el que se necesita tener un gran peso (ésa es una de las muchas virtudes de este hermoso deporte: ¡los gordos son imprescindibles!). Empecé a jugar en el equipo colegial y luego en el San Isidro Club. A través del juego podía aliviar la angustia que me causaba la obesidad. Pero me agotaba muy rápido, no terminaba los partidos en buenas condiciones, no rendía todo lo que era posible. No alcanzaba la voluntad; me sentía muy, pero muy pesado, y les confieso que no era atractivo para las mujeres. Como también hacía pesas, me parecía a un paquete de yerba. Hasta que me cansé.

A mediados de 1992, yo tenía 22 años y pesaba 100 kilos(¡una barbaridad!). Me puse en contacto con la licenciada en Nutrición Alicia Crocco a través de mi padre, que era paciente de ella. Además de conocer a una persona maravillosa, encontré la solución a mis problemas.

Era lo que yo buscaba: seguir una dieta en la que únicamente se ordenaran las comidas y se efectuara una adecuada selección de alimentos y formas de preparaciones, sin recurrir a pastillas, suplementos ni químicos extraños. Iba a ser una prueba de fuego para mí, que siempre tuve inclinación por comer exageradamente, deglutir, devorar. Pero un jugador de rugby no se achica ante nada.

Las primeras dos semanas, debo admitir, fueron muy duras, no porque pasara hambre, sino porque me di cuenta de las porquerías que comía en exceso y que tanto daño me hacían. En esas dos primeras semanas bajé 6 kilos y me dije: “Bien, vamos por el buen camino; ¡fuerza, Gonzalo!”. Al cabo de un mes y medio de seguir las indicaciones de Alicia, logré bajar 25 kilos.

Mi dieta se basaba en una selección de hidratos de carbono complejos (Alicia me enseñó que se encuentran en panes integrales, pastas, lentejas, arroz integral, papa, batata, choclo), que debían estar presentes en todas las comidas. Consumía muchos vegetales crudos de todos los colores, frutas frescas, quesos magros, leche y yogur descremados y también carnes magras pero, como Alicia siempre insistía, sin exageración.

¿Las consecuencias? Mi figura se afinó notablemente. Rendía el doble en todos los aspectos de mi vida: en el deporte, en el trabajo, en el estudio, en absolutamente todas mis actividades cotidianas se notaba el cambio. Tenía una gran vitalidad y quizá lo más gratificante fue que las mujeres me empezaron a dar más bolilla. En resumen, me cambió la vida.

Muchos hacen dietas para tener resto y luego matarse comiendo el doble. Dicen que lo que llaman el buen comer es una necesidad fisiológica, pero yo, como obeso recuperado, doy testimonio de que es un vicio; comemos, y mal, por aburrimiento, por angustia, por gula.

Claro que tampoco es cuestión de no comer. ¿El secreto? Ordenar las comidas y consumir lo que cada organismo en particular requiere. No todos necesitamos la misma dosis de alimentos; debemos determinarla con el asesoramiento de un profesional que nos guíe para modificar nuestros hábitos alimentarios incorrectos y nuestro estilo de vida.

Otra cosa: hace ya casi 6 años que dejé de jugar al rugby. Por cuestiones laborales y de estudio, mi actividad deportiva se redujo al mínimo, pero no aumenté de peso. Tuve que disminuir la cantidad de calorías diarias, de acuerdo con la indicación de Alicia, porque el desgaste es menor. Me doy mis lindos atracones, pero en forma ordenada y sabiendo qué hacer posteriormente. Ya no tengo ansiedad por ciertos tipos de alimentos. Todo esto es posible porque cambiaron mis hábitos alimentarios y cuido los resultados que obtuve con mi esfuerzo personal y con la ayuda de Alicia.

No bajen los brazos. Yo pude y continúo por el camino de la salud para mantener el éxito. Ustedes también podrán.”

 

 

 

Adelina Santo

Edad: 54 años

Talla: 1,62 m

Bajó 46 kilos

 

“Hace casi 4 años que con la ayuda de Alicia mantengo mi peso saludable. Quiero contarles que no fue sencillo.

Desde mi niñez fui obesa. Mis compañeritos se burlaban de mí; todo lo que hacía les parecía ridículo. Yo me sentía mal, y hasta llegué a quedarme totalmente sola. Sufrí mucho.

En la adolescencia, a pesar de que siempre fui compulsiva, quise bajar de peso. Pero me atraían los métodos que me hacían bajar con pastillas, sin esfuerzo. Me quitaban el apetito y bajaba de 10 a 15 kilos en un mes. Entonces me sentía triunfadora, me alegraba porque los demás me veían linda. Pero cuando llegaba a un peso más o menos bueno, paulatinamente recuperaba todo lo que había bajado. Lo único que me interesaba era bajar de peso rápido, sin pasar hambre, y comer de todo. Por eso concurría a distintos profesionales, sin reparar en honorarios ni gastos.

Cuando me sugerían que bajara sólo con dieta, pensaba que no podría. Gente bien intencionada me advertía que las pastillas no eran un método sano, pero yo no quería entenderlo.

Desde los 28 años mis niveles de glucemia, colesterol y triglicéridos estuvieron por las nubes. Consultaba a médicos clínicos, que me aconsejaban que bajara de peso sin tomar píldoras. Aunque me daban medicación para nivelar los valores alterados, insistían en que debía cambiar mi alimentación. No los escuchaba o, mejor dicho, no quería esforzarme por cambiar mi estilo de vida.

Hasta que varias personas que conocían a la licenciada Alicia Crocco me la recomendaron diciéndome que era un ser especial… Pensé que exageraban. Dejé pasar muchos meses. Me costó convencerme de que debía hacer un cambio importante porque no me sentía bien. Cada vez se acentuaban más las alteraciones de mis valores sanguíneos, mis piernas me dolían y movilizarme me exigía un gran esfuerzo.

Por fin me decidí y fui a consultar a Alicia con cierta desconfianza, a pesar de lo bien que me habían hablado sobre ella.

Alicia me preguntó si estaba decidida a cambiar mi estilo de vida, y le respondí: “Voy a tratar”. Recuerdo su expresión cuando me dijo: “Si no afirmas con seguridad que tu tratamiento va a ser exitoso, das lugar a la posibilidad de que fracase; no veo un compromiso de tu parte para tomar la responsabilidad de esforzarte por llegar a la meta…”. Con el tiempo me di cuenta de que tenía razón.

En la primera entrevista quiso saber cuál era mi alimentación habitual, y yo enumeré la mitad de lo que realmente ingería. Ella, muy astuta, me dijo: “¿Quieres que te ayude? Entonces, dime tu realidad”.

Con el transcurso de las consultas, pude comprobar que iba bajando de peso. En un principio no le hacía mucho caso a Alicia. Ella se daba cuenta, me tenía mucha paciencia y me aclaraba que debía modificar mis hábitos, que debía esforzarme cada vez más para instalar el objetivo en mi interior y no dejarlo escapar. Cada una de sus palabras ayudó a que, con el tiempo y después de muchos vaivenes, bajara 46 kilos.

Tanto mis hábitos alimentarios como mi estilo de vida cambiaron notablemente. Antes mi alimentación no incluía verduras; en el presente son mi mejor recurso, pues comprobé que si las consumo crudas me dan saciedad. Además como lo que quiero; Alicia me indica en qué cantidad y con qué frecuencia puedo gratificarme con los alimentos que más me agradan. Aprendí a valorar la vida, a quererme, a cuidarme y a hacer ejercicios que me gustan: andar en bicicleta y caminar. Los practico como una necesidad básica, como bañarme o peinarme diariamente.

Quiero aclararles que me costó tremendamente llegar al resultado. Tuve muchos obstáculos en el camino. Abandonaba, pero luego me acordaba del ánimo que me daba Alicia y volvía a las consultas.

Gracias a la modificación de mi estilo de vida, los exámenes de glucemia, colesterol y triglicéridos han llegado a la normalidad.

Ahora, a pesar del tiempo transcurrido, sigo luchando con las tentaciones. Muchas veces aumento un poco, pero el valorar el esfuerzo que realicé par alcanzar estos resultados hace que me deje ayudar por Alicia y por la gente que me apoya. Tengo la plena certeza de que mi vida cambió y me siento otra. Si pude yo, que no me tenía confianza, ¿por qué no ustedes?

Quiero agradecer a Alicia, que me infundió deseos de luchar en la búsqueda de otras metas que me proponga, porque comprobé que pude concretar lo que me parecía imposible.

 

 

 

Comentarios sobre tratamientos de pacientes

 

Como habrás leído, los testimonios de todos los pacientes que acaban de relatar sus experiencias expresan sentimientos que te alientan y te dicen “tú puedes”.

Ellos, a pesar de todas sus barreras, lo han logrado y continúan en la lucha de acuerdo con la etapa en que se encuentran.

¿Cuál es el denominador común entre estos pacientes? El deseo de adelgazar. ¿Y cuál es el proceso por el que todos pasan? Podríamos resumirlo así:

  • Antes del comienzo del tratamiento se sienten tristes, sin fuerzas.
  • Luego reconocen que para obtener resultados favorables deben esforzarse, poner voluntad y saber esperar el éxito con alegría.
  • Aceptan que la meta propuesta les proporcionará salud física y psíquica.
  • Admiten que el camino no es fácil, pero perseveran en él y vencen los obstáculos.
  • Comprueban que con una alimentación equilibrada no pasan hambre y pueden variar las comidas.

A todos ellos les cuesta alcanzar y mantener el objetivo anhelado. A ti, que estás leyendo este libro, te digo que no te quedes inmóvil. Haz trabajar tu mente con optimismo. Con una actitud positiva lograrás todo lo que te propongas. Si antes hubo otros intentos, comprende que este comienzo tiene que ser diferente.

Esta vez, piensa: ¿qué resultado quieres conseguir? Debes tener el objetivo muy claro, y saber que el triunfo no va a ser inmediato. Llena tu mente con mucho entusiasmo y cultiva a diario la cualidad de la voluntad.

El éxito se logra con paciencia, con la lucha constante, con la fuerza interna que nos impulsa a realizar los cambios necesarios para llegar a la meta. Mira con admiración a aquellas personas que son exitosas. Trata de conversar con ellas; comprobarás que han concretado sus objetivos con esfuerzo y modificando errores. Tú también lo conseguirás si destierras los pensamientos que te obstruyen, los que te impiden progresar. No dudes del resultado. Esfuérzate y sentirás que el cambio vale la pena y se convierte en el punto de partida para avanzar hacia la consecución de otros logros.

Recuerda que la vida es hermosa si vemos todo lo positivo que nos brinda. Mira también las cosas malas, enfréntate con ellas y busca la manera de superarlas. Si no luchas por cambiar lo que te hace desdichado, nunca estarás satisfecho; cada vez que intentes comenzar un camino difícil, tu intento se verá malogrado y te asaltará la frustración.

¡Es tan lindo sentir que se puede! No digas que lo vas a intentar. Busca en tu mente pensamientos que te animen. No le temas al cambio… Él te llevará adonde quieras ir, si te conduces con inteligencia y encuentras los elementos necesarios para vencer los obstáculos.

Antes de comenzar el tratamiento, acumula recursos para saber cómo actuar ante situaciones no esperadas, como las recaídas. Si es necesario, déjate ayudar por un licenciado en Psicología. No sientas que estás loco; si no puedes solo, es más sano asumir que por un tiempo necesitarás orientación profesional.

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