Este libro no pretende inculcar una religión determinada, sino que invita al lector a descubrir que nada es imposible cuando existe una apertura hacia Dios y convoca a trabajar en la autoestima.
Creo & adelgazo. ¿Cuál sería el significado?
Se puede adelgazar de muchas maneras; sin embargo, no todas son apropiadas.
Muchos siguen dietas no saludables, carentes de principios nutritivos, que dan como resultado un período corto de mantenimiento si no se tienen los cuidados necesarios, como el control periódico efectuado por un profesional destacado, quien debe brindar, además, nuevas sugerencias para mantener el peso corporal e información científica que pueda serle de utilidad al interesado.
Otros se dejan guiar por líderes —lo cual implica mucho esfuerzo psíquico y económico— que les hacen creer en métodos torturantes como parte del adelgazamiento y logran, de este modo, tenerlos eternamente bajo su poder, fomentando la idea de los resultados rápidos de descenso de peso y sin proporcionar una correcta educación alimentaria como principal eslabón para concretar el objetivo.
No existe un doctor más grandioso que Dios y, además, su ayuda no tiene un costo económico.
Con toda su sabiduría, Él lleva a cada uno de los que Lo elegimos por el camino más apropiado.
Por ello, esta obra se propone que el lector cuente con otra opción. Podrá verificar resultados positivos al adelgazar y descubrirá que puede invocar a Dios en todos los momentos de su vida, sin pensar en soluciones mágicas, sino trabajando en sus inconvenientes y sintiendo dentro de sí que existen caminos que lo pueden conducir hacia aquello a lo que aspira, de manera saludable y duradera.
Dios puede intervenir en el proceso de adelgazamiento. No obstante, no es lo único que se necesita.
Por ello, este libro permite seguir un plan alimentario semanal que se adecua a cada situación en particular; asimismo, ofrece estrategias para lograr el cumplimiento del tratamiento.
Puede existir un objetivo claro, pero no la motivación necesaria. ¿Cómo se puede alcanzar?
Esta obra invita al lector a que trate de encontrar la motivación que lo ayude a llegar a la meta de adelgazar.
Una manera sería trabajando con la autoestima, es decir, la confianza en uno mismo, en sus capacidades para lograr lo que se propone. Por otro lado, manifestando la fe en Dios, que es la herramienta para no encontrarse solo. Él nos guiará en el camino hacia el bien.
Este libro, además, destaca la importancia de un pilar indispensable, la actividad física, y de no dejar de lado, en caso necesario, el tratamiento psicológico, ya que muchas veces se piensa erróneamente en métodos antiquísimos y no se conocen nuevas técnicas de cura y de estabilidad emocional.
El individuo tiene tres áreas básicas: el cuerpo, la mente y el espíritu. No se pueden separar.
Seguramente, el lector que se sienta motivado a leer este libro no estará conforme con su cuerpo, su estado físico u otras cuestiones relacionadas con el comer y el movimiento, que no está presente en su vida, o tal vez es muy inestable en la actividad que desarrolla. Para ello, deberá trabajar en los hábitos alimentarios y en el estilo de vida. Este libro ofrece sugerencias muy útiles para implementar.
La mente, muchas veces, nos hace seguir caminos no apropiados. Nos deja marcas que en el futuro nos impiden tener esperanzas de cambiar y ánimos para esforzarnos por lograr nuestros más anhelados propósitos. Para ello, estas tres áreas deben trabajar conjuntamente. La mente no se debe separar del espíritu… y quien podría ayudar en esa tarea sería Dios.
Si la mente está cerrada, si los pensamientos son frustrantes, si todo lo negativo que hay en nosotros está trabajado con la presencia de Dios, todo cambio importante se manifestará a su debido tiempo.
Dios no nos obliga a conocerlo, nos da la libertad de elegir el camino. No es un ser ajeno a nosotros. Si Le permitimos entrar en nuestras vidas, aun en las dificultades, tendremos una sonrisa en nuestros labios como manifestación de su presencia y por la fe existente, que nos conduce a tener esperanzas de encontrar respuestas y a saber esperar el mejor resultado, con la ayuda de Dios.
Para el creyente no es fácil la tarea, como se cree. Permanentemente hay luchas; en ellas se puede comprobar la verdadera vocación de la fe.
No cree en Dios quien dice con palabras, sino el que demuestra con hechos su paz y su transformación, a través de la fidelidad a Él.
El conocimiento de la existencia de Dios es un largo camino que dura toda nuestra existencia en la Tierra. Está en nosotros apreciar su divinidad y caminar junto a Él para que sus bendiciones lleguen a transformarnos y para adquirir los frutos de la fe.
La creencia en el Altísimo no es mágica; es preciso buscar en medios verídicos, como, por ejemplo, en una comunidad que sigue a Dios con humildad o en personas que a través del ejemplo cotidiano pueden manifestar ser verdaderos creyentes, conocedores del plan de amor que Dios tiene para aquellos que creemos en Él.
Dios es quien revela la verdad. Una persona, cualquiera que sea el camino que desee seguir, si tiene confianza en Dios, debe orar para que le muestre lo positivo en su vida y si ese es el sendero correcto que la conducirá a Él.
Para ello, debemos abrir nuestro interior, para que Dios nos guíe y despierte en nosotros la vocación de ser creyentes entregados y así sintamos su amor y sus regalos diarios, que nos permiten tener paz y armonía cuando descubrimos su grandeza.
Este libro aspira a que el lector pueda confiar en Dios y sentir que es más fácil así transitar la vida; que sienta que los problemas que lleguen a aparecer se pueden asumir y enfrentar; que sepa que, si compartimos nuestro sufrimiento con Dios y si sabemos esperar las respuestas de Él, ello nos conducirá a solucionar nuestros conflictos.
Resumiendo: a todo aquel que tenga dificultades para adelgazar esta obra le propone instalar el objetivo en su interior, hallar la motivación necesaria a través de las estrategias sugeridas para lograr cambios inevitables, trabajar en la confianza en sí mismo y creer en el Altísimo como camino de renovación espiritual.
