La alergia a las proteínas de la leche de vaca afecta al 3 por ciento de los bebés y su prevalencia se está aumentando, lo que acaba condicionando la dieta de quienes la padecen, si bien actualmente se ha visto que con un abordaje especializado basado en la alimentación con fórmulas hidrolizadas de caseína con el probiótico LGG puede llegar a revertirse.
Así lo han destacado los asistentes al congreso de la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (SEGHNP) que se ha celebrado en Pamplona, donde han recordado que las consecuencias de un ‘shock’ anafiláctico como consecuencia de estas alergias pueden ser fatales si no se toman medidas.
Esta alergia se produce cuando el sistema inmunológico de un niño identifica las proteínas contenidas en la leche de vaca como peligrosas y puede causar problemas digestivos, dificultades respiratorias, erupciones cutáneas o inflamación de la cara.
El tratamiento inicial consiste en suprimir la leche de la dieta pero ahora han visto que, a diferencia de otras alergias alimentarias, los afectados pueden llegar a tolerarla de forma natural, e incluso en los primeros doce meses de vida.
En concreto, un estudio publicado en la revista ‘The Journal of Pediatrics’ ha revelado que 8 de cada 10 niños con alergia a la proteína de la leche de vaca tratados con una fórmula extensamente hidrolizada de caseína que incluye Lactobacillus rhamnosus (LGG) pueden adquirir la tolerancia oral en el plazo de un año en comparación con otros tipos de fórmulas incluidas en el estudio.
Mientras la alergia persista, la dieta de alimentos sólidos del bebé estará limitada ya que no pueden consumir productos lácteos elaborados a base de leche de vaca ni productos derivados que contengan esta proteína, teniendo repercusiones nutricionales.
DEBEN EVITARSE TAMBIÉN PRODUCTOS NO LÁCTEOS COMO CHUCHERÍAS
La exención incluye también productos aparentemente no lácteos que, en muchas ocasiones, contienen proteínas lácteas en su composición, como embutidos o salsas, carnes congeladas, aperitivos salados o chucherías.
La eliminación de la proteína de la dieta limita de forma importante la vida del niño y de su familia, sobre todo si la alergia persiste por encima de los 4 años de vida. Por tanto, que el paciente sea capaz de tolerar la leche cuanto antes supone un gran beneficio, en primer lugar, para la seguridad del propio paciente y para normalizar su dieta.
En los mismos términos se ha referido la presidenta de la SEGHNP, Carmen Ribes, que celebra que casi el 60 por ciento de los bebés alimentados con fórmulas extensamente hidrolizadas de caseína con el probiótico LGG adquirió la tolerancia en un plazo de seis meses desde el comienzo de la toma, y hasta el 79 por ciento lo logró en doce meses comparado con las otras fórmulas.
Por lo tanto, la adquisición de la tolerancia a la PLV permite a los lactantes y bebés incluir en su dieta alimentos lácteos, algunos tipos de queso, yogures y postres lácteos.
Fuente: Europa Press
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