El estilo de vida que llevemos a lo largo de toda nuestra vida determina la velocidad a la que envejece nuestro sistema inmunitario
El peso que tiene la genética en el envejecimiento del sistema inmunitario es innegable: los genes tienen que ver un 25 %. Otro factor importante es nuestro historial de infecciones. Pero, sobre todo, el estilo de vida que llevemos es determinante en el deterioro del organismo y de su escudo inmune, como también decisiones de nuestra madre en cuanto al embarazo, la lactancia o nuestra vacunación de bebés. A continuación analizamos de qué manera nuestros hábitos también influyen en el cálculo de nuestra edad biológica.
El declive comienza a los 20 años
El envejecimiento es un proceso biológico que empieza tras finalizar el desarrollo, al alcanzarse la edad adulta, aproximadamente desde los 20 años. A partir de esa edad, el sistema inmunitario se deteriora un 2-3 % al año, tanto en el número de células como en sus funciones. En unos casos estas responden menos, pero en otros hay un exceso de respuesta que genera una inflamación y luego deriva en el desarrollo de enfermedades asociadas con la edad, como el cáncer, patologías cardiovasculares, autoinmunes…
Según explica David Escors, investigador de Navarrabiomed, “a pesar de que este proceso comienza con la madurez sexual de las personas, es cierto que hay edades en las que el daño externo generado a nuestro organismo comienza a ser más evidente, y eso suele ocurrir alrededor de los 40 años”.
Cómo calcular la edad biológica
Y lo que hacemos a nuestro cuerpo, lo que llamamos “estilo de vida”, va a determinar en gran medida el desgaste de nuestras defensas antes de tiempo. La vida sedentaria, la mala alimentación, el consumo de alcohol y el tabaco, el estrés. Todo ello va a aliarse a la hora de deteriorar nuestro organismo, y con este deterioro vendrán problemas más graves que normalmente se asocian a edades más avanzadas. “Si a una mala genética le sumas un mal estilo de vida, el resultado es que vas a vivir mucho menos tiempo y con peor calidad de vida”, resume Alejandra Pera, investigadora del grupo de Inmunología y Alergia del Instituto Maimónides de Investigación Biomédica de Córdoba (IMIBIC).
¿Edad cronológica y edad biológica son lo mismo?
Por eso no es raro encontrarse jóvenes con una salud de anciano y abuelos con la salud de un adulto joven. Porque, como señala otra científica de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), Mónica de la Fuente, “la edad cronológica es la que marca el reloj. Pero luego está la biológica, que es la velocidad a la que esa persona está envejeciendo y que puede variar muchísimo respecto a la edad que marca la partida de nacimiento”.
Nuestra edad biológica se puede calcular. Eso es precisamente lo que hace el grupo de investigadores del Departamento de Fisiología de la Facultad de Biología de la UCM, del que es responsable De la Fuente. Se trata del único laboratorio de España en el que se lleva a cabo la analítica que concluye la edad biológica de cada persona.
De acuerdo con todos estos análisis que llevan haciendo años: ¿el sistema inmune de los españoles está más joven y fuerte de lo que corresponde a su edad cronológica o al contrario? “En general, son mayoría las personas que supuestamente están sanas (sin ningún problema de salud) y que tienen una edad biológica mayor que la cronológica. Puede ser debido a que somos una sociedad que no afrontamos adecuadamente las situaciones de estrés, la dieta que se hace no es apropiada y se tiende al sedentarismo, explica Mónica de la Fuente. Estos individuos, al tener una edad biológica mayor que la que les corresponde cronológicamente, van a presentar menor longevidad.
“Todo lo que hagamos a lo largo de nuestra vida es relevante y determina la forma en que vamos a envejecer”, indica De la Fuente. La buena noticia es que se puede intervenir en cualquier momento y revertir la situación. Pero no se trata de revertir el envejecimiento y lograr la inmortalidad. Evidentemente, eso es imposible. Pero sí es factible que, con una buena nutrición, la adecuada actividad física, un buen descanso y una actitud positiva, consigamos hacer más lento ese envejecimiento y alcanzar la longevidad máxima en las mejores condiciones físicas y cognitivas. Estamos a tiempo.
Fuente: Consumer