Nutriscore es el sistema de etiquetado nutricional frontal elegido por Europa para facilitar a los usuarios una información nutricional más clara. Es un buen punto de partida que aún puede mejorarse.
Sabemos que el consumo excesivo de grasas saturadas, azúcar o sal pasa factura a nuestra salud. En nuestra dieta hay que dar prioridad a los productos frescos, no procesados y de temporada, pero también tienen cabida alimentos envasados. Es importante que estos sean cada vez más saludables, que contengan menos azúcar, menos sal, menos grasas o grasas de mayor calidad.
¿Qué es Nutriscore y cómo funciona?
El Nutriscore, conocido también como etiquetado frontal de calidad nutricional, que no sustituye el etiquetado actual pero va a cambiar.
Se presentó en 2018 como un sistema de clasificación de los alimentos de acuerdo a que los alimentos sean más o menos saludables. Se ideo para que el consumidor tenga una información nutricional más clara, pero la realidad es que hay bastantes controversias, esto se debe a que le han puesto una mala nota a alimentos como el jamón ibérico y al aceite de oliva extra virgen. Nutriscore actúa como un semáforo nutricional: es un sistema de clasificación de 5 letras y colores, en el que la A de color verde oscuro es la mejor opción y la E roja la peor, pasando por la B, C y D.
Nutri-Score se aplica ya voluntariamente en Francia, Alemania, Bélgica y Suiza, mientras que España, Luxemburgo, los Países Bajos y Austria lo harán en los próximos meses.
Este sistema de etiquetado nutricional europeo, es una buena idea pero que se debería pulir para solucionar algunos problemas que está dando.
¿Qué productos llevan el etiquetado Nutriscore?
Según la Organización de consumidores y usuarios (OCU), este sistema de etiquetado va dirigido únicamente a los productos procesados envasados.
Quedan exentos:
- Productos frescos: carnes, pescado, frutas verduras, legumbres.
- Productos de un solo ingrediente: vinagre, miel, siempre que no estén procesados.
- Café, té, infusiones de hierbas y frutas.
- Alimentos directamente suministrados por el fabricante o tiendas de minoristas en pequeñas cantidades (como los platos preparados).
- Alimentos que se venden en envases de menos de 25 cm2: chocolatinas, chucherías, barritas de cereales.
- Las bebidas alcohólicas.
¿Por qué ha generado polémica?
Nutri-Score no discrimina los productos de una misma categoría según su valor nutriente, por eso el aceite de colza o el de nuez reciben la misma nota (C) que el de oliva, a pesar que este último contiene una proporción mucho mayor de ácido oleico, un componente beneficioso para la salud cardiovascular.
El algoritmo valora como negativo que un alimento tenga muchas calorías, azúcares, grasas saturadas y sal, mientras que ve positivo el porcentaje de frutas, verduras, fibra, proteínas, y aceites de oliva, colza o nuez, por ser los tres ricos en ácido oleico.
El sistema no diferencia si alguno de los res tiene más propiedades que los otros, ni puntúa más por ser virgen o virgen extra. El aceite de oliva tiene algunas propiedades que no fueron reconocidas por el algoritmo y por eso será necesario que el comité científico de Nutri-Score lo revise. Esa nota ya mejoró, pues antes el aceite de oliva tenía una D (por su contenido en grasas).
El sistema penaliza alimentos sanos como el jamón ibérico o el aceite de oliva virgen extra al estar compuestos únicamente de un sólo ingrediente. Este último, finalmente no llevará el etiquetado en el recipiente, según ha anunciado recientemente el Ministerio de Consumo de España.
Algunos expertos aseguran que, aunque el etiquetado frontal es “una buena herramienta” para ayudar a los consumidores en la compra saludable, pero el etiquetado debe ser de fácil comprensión, neutral y adaptado a los hábitos alimentarios de la población, algo que no ocurre con Nutriscore.
“El algoritmo de Nutriscore calcula a partir de la cantidad de energía y de algunos nutrientes por 100 gramos o 100 mililitros, así como del porcentaje de presencia de ciertos alimentos, sin considerar la porción ni la frecuencia con que se consume dicho producto en la dieta, que es algo fundamental a tener en cuenta”, ha dicho la presidenta de la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (FESNAD), Ascensión Marcos.
Asimismo, aseguran que el algoritmo en el que se basa no está adaptado a la realidad nutricional de cada sociedad ni a la dieta mediterránea.
Según la FESNAD, no considera el grado de procesamiento de los alimentos, ni la calidad ni procedencia de la proteína de los mismos.
Tampoco diferencia entre la cantidad y la calidad de la grasa presente, como los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, ni considera el valor esencial de minerales, vitaminas, ni de otros compuestos bioactivos con funciones fisiológicas, imprescindibles para una buena nutrición.
Otro inconveniente es que no valora la cantidad de nutrientes en su conjunto, sino sólo de los ingredientes por separado. Tampoco mide las necesidades concretas de determinados grupos de población con carencias nutricionales.
Ejemplos de errores en el etiquetado
Según los expertos, una prueba de la ambigüedad de este etiquetado frontal estaría por ejemplo en los alimentos como los frutos secos, concretamente los anacardos, que tenían una letra C, la misma clasificación que los frutos secos fritos.
Otro de los errores serían los churros congelados, que ostentan la letra B, sin tener en cuenta que tienen que ser fritos para consumirlos, con lo que ya la valoración cambiaría.
Lo mismo sucede con las papas pre-fritas, las peladas, cortadas y congeladas que vienen en bolsa listas para freír. Este producto tiene una clasificación A, pero no tienen en cuenta que hay que freírlas, con lo cual perderían esa buena valoración.
Otros errores que algunos yogures sabor a fruta azucarados, también tienen la letra B, al igual que algunos cereales de desayuno infantiles azucarados.
Fuente: Onda 0