Se puede definir el estrés como un estado de preocupación o tensión mental generado por una situación difícil. Todas las personas tenemos un cierto grado de estrés, ya que se trata de una respuesta natural a las amenazas y a otros estímulos. ¿Será que existe una relación del estrés con la colitis ulcerosa? Este artículo detalla las posibilidades.
El estrés se define, hoy en día, de diversas formas. Dicho término hace referencia al conjunto de recursos que nuestro organismo activa ante una situación desafiante. Es una respuesta natural que se da de forma automática ante posibles amenazas. Todas las personas, en mayor o menor medida, experimentamos cierto grado de estrés a lo largo de nuestras vidas.
En la actualidad, el término «estrés» es ampliamente conocido por sus consecuencias negativas en los diferentes ámbitos de la vida de las personas, especialmente la salud. No obstante, es interesante recordar que, en niveles adaptativos, nos permite hacer frente a los retos y desafíos del día a día.
Impacto del estrés en nuestra salud global
Cuando nuestro organismo detecta una posible amenaza o desafío, se activa, inconscientemente, en el cuerpo la percepción de peligro y, con esta, la vía simpática de nuestro sistema nervioso que nos va a preparar para responder ante dicho peligro mediante la huida o el ataque. Así pues, el cuerpo empieza a enviar señales al cerebro para que se inicie el proceso de liberación de ciertas hormonas (cortisol, adrenalina, noradrenalina, entre otras). Esto supone un sobreesfuerzo para nuestro organismo que, en caso de prolongarse en el tiempo, puede conllevar graves consecuencias para nuestra salud.
Las consecuencias de un estrés mantenido en el tiempo pueden afectar a los diferentes ámbitos de la vida de una persona. Aunque no todas las personas responden de la misma forma ante situaciones estresantes ni hay dos organismos que presenten las mismas consecuencias, a continuación se ejemplificarán simplemente algunas de las posibles alteraciones derivadas de dicha problemática:
- Impacto en la salud física: dificultad para concentrarse, tensión muscular, alteraciones en el patrón de alimentación (bien sea porque se aumenta la ingesta o porque disminuye), dificultades para conciliar o mantener el sueño, dolor de cabeza o de otras partes del cuerpo, alteraciones o patologías cardiovasculares, dificultades o enfermedades digestivas, etc.
- Impacto en la salud emocional o mental: tensión mental, irritabilidad, ansiedad e incremento de la probabilidad de padecer una depresión, entre otras.
- Impacto en otras áreas: incremento de la probabilidad de consumo de sustancias nocivas para el organismo, afectación en el ámbito laboral o académico, relacional, etc.
¿Cómo se relacionan el estrés y el sistema digestivo?
El factor primordial a la hora de entender dicha relación es tener presente que el ser humano es un todo y funciona como tal. Así pues, tanto nuestro sistema nervioso central (cerebro y médula) como nuestro sistema nervioso autónomo están en constante comunicación con nuestro sistema digestivo. De hecho, las vías que se activan ante una situación de peligro en nuestro sistema nervioso autónomo tienen una relación directa tanto con el aparato digestivo como con el excretor.
Tal y como mencionábamos anteriormente, una de las hormonas más asociadas con el estrés es el cortisol. Por un lado, esta hormona permite que el nivel de glucosa en sangre aumente para favorecer la respuesta de lucha o huida junto con el incremento del latido del corazón —y consecuente bombeo de sangre— que genera la liberación de adrenalina. Por otro lado, el cortisol altera todas aquellas funciones que se consideran menos importantes en los momentos en los que se necesita una rápida actuación ante un peligro. Entre estas, encontramos que modifica o suprime la respuesta de nuestro sistema inmunológico, altera el funcionamiento habitual del aparato digestivo, el aparato reproductor y, a largo plazo, también puede interferir incluso en los procesos de crecimiento.
En este sentido, algunas de las problemáticas que más se observan están relacionadas con: náuseas, acidez, diarrea, estreñimiento y espasmos (contracción fuerte) de la musculatura entre otros. En casos más graves, puede darse hinchazón, inflamación y/o dolor abdominal. Además, el estrés puede empeorar otras patologías digestivas aunque no hayan sido causadas por el mismo.
¿Realmente el estrés empeora la colitis ulcerosa?
En el año 2022, la Universidad Complutense de Madrid (UCM) junto con el Centro de Investigación Biomédica en Red (CIBER) compartían los resultados de sus estudios apuntando hacia una respuesta afirmativa. Observaron que, en los ratones con los cuales se realizó el estudio, el estrés continuado aumentaba los niveles de concentración de una sustancia (esfingosina-1-fosfato) y, como consecuencia, se apreciaba una mayor activación en los mecanismos de respuestas inflamatorias.
En dicha investigación se pone de manifiesto cuál es el proceso mediante el cual el estrés psicológico contribuye a la inflamación del colon. A pesar de que no se ha descubierto por completo cómo se relacionan el estrés y el sistema inmunológico, sí se sabe que el estrés puede interferir en los procesos inflamatorios característicos de las enfermedades en las que hay inflamación del intestino. Como se menciona en el párrafo anterior, la mayor concentración del lípido (esfingosina-1-fosfato) activa las respuestas inflamatorias y merma las antiinflamatorias, hecho que provoca la inflamación del colon. Asimismo, se facilita que ciertas sustancias se transmitan a la sangre debido a la permeabilidad del intestino y altera el funcionamiento del sistema inmunológico.
Si bien es cierto que todavía es necesario seguir investigando y ampliando la información al respecto, gracias a los resultados obtenidos en el estudio previamente mencionado se abren puertas hacia la esperanza. Al saber cómo afecta el estrés en la inflamación del colon y los intestinos se están planteando opciones de tratamientos relacionados con el correcto metabolismo del lípido mencionado anteriormente con el fin de mejorar las enfermedades inflamatorias como la colitis ulcerosa.
Fuente: Azsalud