Una condición invisible que cambia la forma de alimentarse.
¿Te sentís mal aunque comés “sano”? Podría tratarse de una reacción invisible aún sin diagnosticar. El Síndrome de Activación de Mastocitos afecta a más personas de lo que se cree: un enemigo silencioso que actúa desde adentro. Esta condición poco conocida altera la vida cotidiana y suele pasar desapercibida. En esta nota vas a encontrar las claves para reconocerla a tiempo y empezar a cuidarte.
Introducción:
¿Te imaginas que una comida habitual pueda generarte palpitaciones, diarrea, ansiedad o hasta una sensación de desmayo?
Le sucede a muchas personas… y no tienen un diagnóstico claro.
Detrás de estos síntomas, puede esconderse una condición subestimada por la medicina tradicional: el Síndrome de Activación de Mastocitos (MCAS).
Este síndrome pone en jaque la relación con los alimentos, la digestión y el equilibrio inmunológico.
Por Lic. Alicia Crocco- Nutricionista especializada en obesidad y enfermedades asociadas.
Desarrollo:
“Cuando el cuerpo reacciona como si estuviera en guerra… pero no hay enemigo real”
Así podría resumirse lo que viven quienes padecen MCAS. Una condición en la que ciertas células inmunes —los mastocitos— se activan sin motivo aparente, liberando sustancias químicas que causan síntomas diversos y confusos.
¿Qué es el Síndrome de Activación de Mastocitos?
Es una disfunción inmunológica. Los mastocitos, encargados de defender al organismo, comienzan a liberar histamina y otras sustancias de forma inapropiada.
El resultado: síntomas como picazón, enrojecimiento, dolor abdominal, diarrea, náuseas, taquicardia, presión baja, intolerancia alimentaria múltiple, niebla mental, mareos o ansiedad.
A diferencia de otras enfermedades, no hay un exceso de mastocitos, sino que los existentes actúan de forma errática y exagerada.
Cómo se diagnostica?
El diagnóstico no es sencillo. Muchas veces, las personas son malinterpretadas o derivadas a especialistas en salud mental.
Según Afrin et al. (2023), es frecuente que se confunda con colon irritable, ansiedad o fibromialgia, sobre todo en mujeres.
Se requieren análisis específicos de sangre y orina, aunque los resultados no siempre son concluyentes. La clave está en escuchar los síntomas, realizar cambios alimentarios y observar mejoras clínicas.
¿Por qué los alimentos son disparadores clave?
Muchos alimentos contienen histamina o estimulan su liberación, y otros bloquean la enzima DAO (diaminoxidasa), que ayuda a degradarla. Si la DAO está disminuida —algo habitual en pacientes con MCAS—, la histamina se acumula y aparecen los síntomas.
Alimentos ricos en histamina:
- Quesos curados
- Embutidos
- Tomate, berenjena, espinaca
- Vino tinto, cerveza
- Pescados enlatados o mal conservados
Alimentos liberadores de histamina:
- Mariscos
- Clara de huevo
- Cítricos
- Fermentados como chucrut, kéfir, kombucha
Aditivos problemáticos:
- Glutamato monosódico
- Sulfitos, nitritos, benzoato de sodio
- Colorantes artificiales
Estrategias nutricionales con evidencia
Tal como señala Valent et al. (2022), una dieta baja en histamina puede mejorar notablemente la calidad de vida.
El enfoque debe ser individualizado, progresivo y acompañado por profesionales capacitados.
Fases del tratamiento nutricional:
- Eliminación: dieta estricta baja en histamina (10–14 días).
- Reintroducción: prueba progresiva de alimentos, con registro de síntomas.
- Mantenimiento: adaptación permanente según tolerancia.
Recomendaciones:
- Frutas: manzana, pera, arándanos
- Verduras cocidas: zapallo, zanahoria, papa
- Carnes frescas sin conservantes
- Cereales seguros: arroz blanco, quinoa, avena sin gluten
- Agua como bebida principal
En algunos casos, se recomienda suplementación con DAO previa a las comidas. Esta enzima ayuda a metabolizar la histamina y puede reducir molestias.
¿Y el intestino?
El intestino cumple un rol clave. Una microbiota alterada puede empeorar el cuadro.
La selección de probióticos debe ser personalizada, ya que no todos benefician a todas las personas.
El estrés, el alcohol y el ayuno prolongado también pueden desencadenar síntomas.
Por eso, la alimentación debe ser equilibrada, empática y centrada en los nutrientes esenciales.
Resumen:
El Síndrome de Activación de Mastocitos es un trastorno aún poco reconocido, pero con un impacto real en la calidad de vida.
Detrás de síntomas vagos o persistentes puede estar este desequilibrio inmunológico que se manifiesta en el intestino, la piel, el sistema nervioso y el corazón.
Detectarlo requiere escuchar al cuerpo, sospecharlo clínicamente y actuar desde la nutrición.
Reflexión:
No todo se ve en los análisis.
La verdadera salud empieza por reconocer que cada cuerpo tiene una historia que necesita ser interpretada con atención y respeto.
“A veces, la solución no está en cambiar lo que comemos… sino en comprender cómo lo procesa nuestro cuerpo.”
Bibliografía:
Afrin, L.B. et al. (2023). Updates in Mast Cell Activation Syndrome. Frontiers in Immunology.
Valent, P. et al. (2022). Contemporary Diagnostic Criteria and Challenges in Mast Cell Activation Disorders. Journal of Allergy and Clinical Immunology.
Theoharides, T.C. (2024). Mast Cells and the Brain–Gut Axis: Role in MCAS and Food Intolerance. Nutrients.