Los CLA ayudan a comer menos, a gestionar mejor la dieta y no interfieren en la absorción de otras sustancias
El ácido linoleico conjugado (CLA) es un ácido graso esencial ligeramente modificado, que de acuerdo a investigaciones, parece tener ciertos efectos saludables para el organismo, especialmente en la regulación del apetito.
A pesar de todo, se le están dando muchas propiedades que no están del todo demostradas, por lo que es necesario realizar una adecuada evaluación de su seguridad hacia los consumidores. De no ser así, podrían aparecer efectos no deseados a lo largo del tiempo.
Entre las acciones orgánicas más señaladas del ácido linoléico, se ha descrito que reduce el desarrollo de la aterosclerosis, que incrementa el crecimiento de animales, así como la respuesta inmune de animales y personas, mejorando incluso la diabetes de tipo II y reduciendo el sobrepeso y la obesidad. Como podemos ver, podría ser un ingrediente interesante para el desarrollo de alimentos funcionales.
La mayor parte de sus actividades biológicas, se relacionan con una mejora en el metabolismo energético y con una reducción en el apetito, lo que indudablemente ayuda a mejorar en los diversos problemas descritos anteriormente. Así, si reducimos la ingesta de alimentos por una sensación de saciedad, facilitamos la pérdida de peso y reducimos la obesidad, con lo que disminuimos el riesgo cardiovascular y se enlentece el desarrollo de la arterioesclerosis, entre otros aspectos.
Seguridad de CLA para los humanos
Estudios realizados durante un año no han detectado ningún efecto especialmente negativo del ácido CLA. La pregunta que surge, tanto para estas sustancias como para cualquier otra que se vaya a utilizar en el futuro, es la seguridad que tenemos en que no tenga algún «efecto secundario» puesto que, si se añaden a los alimentos de una forma general, puede que la ingesta supere con mucho lo habitual en la alimentación actual.
Aunque la mayoría de los estudios realizados con animales y con humanos no han mostrado efectos tóxicos significativos, la mayoría de las pruebas clínicas realizadas tuvieron duraciones inferiores a 12 semanas.
Recientemente se ha publicado un estudio más amplio, en el que se ha llegado a suplementar la dieta durante un año, sin detectar la existencia de ningún efecto especialmente negativo.
No obstante, lo que resulta complicado es, evaluar periodos de tiempo muy superiores, puesto que limita la aplicabilidad e impide la aplicación hasta pasados muchos años. Por este motivo, se desarrollan primero en animales, para los que el tiempo de evaluación es menor.
Uno de los problemas descritos ha sido el efecto sobre el metabolismo de los hidratos de carbono, ya que tras su uso en estudios con humanos, se ha observado que se incrementa la concentración de glucosa e insulina en sangre. Debido a las implicaciones de estas observaciones sobre la diabetes y a su posible inducción, se ha puesto de manifiesto que este problema aparece cuando se utiliza en exclusiva un isómero, el trans-10, cis-12. Sin embargo, este fenómeno no se detecta cuando se utiliza el cis-9, 11 o una mezcla de ellos. Este efecto se ve también en ratones, lo que les hace interesantes como animales a estudiar previamente en el laboratorio.
Por todas estas cuestiones, la evaluación de su seguridad es necesaria, especialmente para el uso de estas moléculas a largo plazo.
Modelos animales
Para realizar este tipo de estudios se han utilizado ratas, sanas al inicio del trabajo. No obstante, transcurrido un tiempo, y en función del envejecimiento de los animales, comienzan a evidenciarse enfermedades propias de la edad. Sin embargo, los animales tratados con CLA tienen una vida media ligeramente mayor. Estos resultados son prometedores y abren una expectativa a nuevos trabajos que permitan conocer los efectos reales sobre el incremento en la longevidad.
Las ratas alimentadas a CLA han sido ligeramente más pequeñas que el grupo control, aunque esta diferencia es muy ligera y sin diferencias estadísticamente significativas. Con todo, sí que se aprecia una reducción en el consumo de pienso, lo que justifica la ligera reducción de peso. El efecto que se aprecia claramente y su secuencia es el de una menor apetencia por la comida, con reducción de la ingesta y finalmente pérdida de peso.
Las diferencias de peso y composición corporal de las ratas estudiadas no suele diferir más allá del 2%. En ningún animal se aprecian diferencias importantes en cuanto a la existencia de anemia, colesterol, índices de fallo renal o hepático, volumen de agua ingerida o concentración de glucosa en sangre.
A todos los animales, una vez muertos, se les ha realizado una necropsia, en la que no se ha apreciado ninguna diferencia entre los grupos. Estos resultados podrían poner en duda la acción anticancerígena, puesto que la incidencia de tumores de diferente tipo era similar, independientemente de que el grupo estuviera suplementado o no.
A pesar de estos resultados, es curioso que los efectos no son los mismos en todos los animales. Así, se puede reducir el sobrepeso o la obesidad en ratones y en cerdos. Sin embargo, las respuestas para CLA no son muy coherentes en ratas y humanos, lo que implica que al abordar estudios de seguridad sea imprescindible evaluar diferentes especies, ya que para estas sustancias no se ha encontrado sólo a una que se correlacione perfectamente con los humanos.
Fuente: Consumer.es
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