Descenso de peso ¿Quiénes sufren las recaídas?

Las padecen aquellas personas que, después de haber logrado resultados exitosos durante el tratamiento para adelgazar, se ven invadidas por pensamientos negativos y desalentadores.

Si tal es tu caso y en esos momentos no puedes ver tus logros, si lo único que cruza por tu mente es abandonar el plan nutricional… no dejes de reflexionar. Ten presente que el éxito se obtiene con paciencia y esfuerzo; en cambio, las situaciones de descontrol traen frustración. Si quedas atrapado en ellas, la desilusión será aun mayor y sentirás deseos de bajar los brazos.

 

Mecanismo de las recaídas

Te comento que cada ser humano tiene en su cuerpo, desde que nace, un número determinado de células adiposas. Cuando adelgazas, el tamaño de esas células disminuye, pero su número se mantiene invariable, y si te alimentas mal se agrandan nuevamente.

Las recaídas son semejantes a un círculo vicioso. Hay quienes comienzan con entusiasmo y esmero y bajan cinco, diez o veinte kilos, pero luego llegan a situaciones que no son las esperadas y no encuentran el modo de resolverlas. Al no poder superar la decepción por un resultado que no consideran favorable, vuelven a engordar. El proceso se puede resumir como sigue:

  1. Las personas sienten que no bajan de peso y, en lugar de analizar los motivos del estancamiento (pág. xx), se llenan de pensamientos obstructivos.
  2. Después de muchas idas y venidas abandonan el plan nutricional, con excusas varias: que no sirven para dejar de comer, que se tientan, que no pueden estar de por vida sin probar lo que les gusta.
  3. En cuanto dejan el tratamiento comienzan a comer de manera compulsiva, o sin elegir los alimentos que les permitirían bajar de peso o mantener el que alcanzaron. Saborean todo lo que durante el tratamiento limitaban, disfrutan a diario de sus comidas y postres favoritos y se sienten aliviados, libres, sin control… pero su alivio dura poco, porque la frustración vuelve junto con los kilos.
  4. Al darse cuenta de que recuperaron lo que habían bajado, de que el placer momentáneo los llevó a malograr el éxito que habían conseguido, se sienten tontos. Algunos emprenden otro intento enseguida; otros, por vergüenza o miedo al ridículo, se niegan a retomar el tratamiento y dejar pasar muchos meses hasta que por fin vuelven a la consulta.

 

No tires tu esfuerzo por la borda

En todos los aspectos de la vida debemos modificar los pensamientos que obstruyen el camino hacia las metas que nos proponemos.

En tu caso es necesario que analices si tu exceso de peso es reciente o de larga evolución y si existen antecedentes de obesidad en tu familia.

Te propongo que cambies de actitud. En lugar de preguntarte: “¿Tengo que sacrificarme y hacer dieta de por vida?”, deja de plantearte interrogantes que te llevarán a respuestas que no te agradan. Siente dentro de tu ser que adoptar un plan nutricional adecuado no es una tortura, sino un beneficio para tu salud y tu estado de ánimo.

Llena tu interior de ilusiones, de voluntad para alcanzar tu objetivo. Mira tu éxito futuro, déjalo crecer en tu interior y tendrás fuerza para seguir luchando. Piensa que sin duda lo lograrás.

Además, no veas el tratamiento como una mera dieta. Recuerda que es un cambio integral, tanto de conducta como de estilo de vida, y que es para tu bien. Fija en tu mente el concepto de que esa modificación tiene que ser permanente. No hables de cambios en tu metabolismo; lo que debe cambiar es tu conducta.

Si ya triunfaste en la tarea de dominar el impulso de comer sin límite, eso significa que podrás volver a comer con control y continuar con el método que te permitió bajar de peso.

Cuando sientas que no puedes cumplir con tu plan nutricional, cuando estés cansado y angustiado, cuando desees cambiar tu alimentación saludable por otra que no lo sea, detente a examinar los resultados obtenidos hasta entonces y valóralos.

No tires por la borda todo lo que lograste con esfuerzo. Procura adelantarte a la compulsión; piensa que si cedes a ella es probable que llegues a sentir frustración y sigas un camino equivocado.

Eres humano; por lo tanto, no eres perfecto. Si caes, no te desanimes. Continúa examinando los errores y, cuando puedas ver claramente la situación, piensa en estrategias para que las compulsiones sean cada vez menos frecuentes.

Además de asumir tus debilidades, llena tu mente de pensamientos alentadores y respeta tu propio proceso evolutivo. En la vida hay que elegir continuamente… Elige salud, sigue por el camino correcto. No permitas que la desilusión te atrape y te robe fuerzas ¡Adelante! Se puede. La decisión está en tus manos…

 

En los momentos de tropezones

  • Detente a pensar. Es hora de definir qué cambios debes realizar para que el plan de alimentación no se vuelva en tu contra.
  • Mantén la calma y la esperanza. No te culpes si comiste de más. No todo está perdido. Sigue luchando y lo lograrás.
  • Haz una renovación de tus propósitos y repasa los beneficios que tienen para tu salud. Considera si vale la pena arriesgar todo lo que conseguiste, con tanto esfuerzo, por una situación de la que podrás emerger.
  • Efectúa un análisis de la situación que te hizo salir de tu plan. Por ejemplo: muchos alimentos tentadores a tu alrededor te dominaron, estás aburrido de comer siempre lo mismo, estás deprimido o detectas otras causas. No esquives las respuestas. Ten en claro cuál fue el motivo para luego encontrar una solución.
  • Una vez que hayas identificado las causas que te llevaron al desliz, comienza de inmediato a modificar los errores observados. Por ejemplo: varía el menú, no estés permanentemente en tu casa —sobre todo donde haya alimentos almacenados—, despréndete de la comida que te tienta más.
  • Llena tu mente de pensamientos positivos. Afírmate en tu propósito con optimismo y descarta las excusas que obstaculizan tu camino. El obstáculo eres tú mismo. Rompe las cadenas que te unen a lo que te impide concretar tu objetivo.
  • No dejes de pedir ayuda a quienes puedan entenderte y alentarte.

En resumen

  • Valora tus logros. Si bajaste diez kilos, siéntete feliz.
  • Refuerza tu estima. Alégrate porque la ropa te queda mejor, la gente te elogia tus cambios, la relación con tu pareja se beneficia.
  • Elige un plan de comidas variado, agradable y no rutinario para que te resulte fácil cumplirlo.
  • Puedes salir del plan, con moderación, si sabes seleccionar lo que te llevas a la boca. Para no perjudicar la evolución de tu tratamiento, la frecuencia de estos permisos debe ser semanal o esporádica. Si no tienes control, evita los permisos semanales hasta que te sientas capaz de manejarlos.
  • Las recaídas son humanas. Comprende que comer de más no significa fracasar. Retoma el control de lo que comes; no continúes transgrediendo ni pienses que ya no vas a bajar de peso.

 

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