¿Qué sientes cuando alcanzas tu peso saludable? La respuesta a esta pregunta no es unánime.
Muchos consideran que llegaron a su meta y dicen: “Ya está; logré lo que quería”. Piensan que ahora pueden comer sin límites porque cambió su metabolismo, olvidando que en realidad cambiaron sus hábitos alimentarios y su estilo de vida.
Otros sienten temor y siguen con esfuerzo el mismo plan que les sirvió para bajar de peso, sin tener en cuenta que si continúan con las limitaciones llegará un momento en que no podrá sostenerlas y comerán compulsivamente.
Entonces, ¿qué es lo correcto? Ante todo, saber que el mantenimiento no es tarea fácil. Si has llegado a esta etapa, deténte a pensar en la dedicación que pusiste al servicio de tu objetivo, en el empeño por vencer los obstáculos, en las inseguridades que tuviste que superar. ¿Acaso vas a desandar el camino? No desperdicies tu esfuerzo, no permitas que se desvanezcan tus logros. Sigue en la lucha, pero de otra manera.
Durante el mantenimiento debes agregar alimentos y formas de preparación que en la etapa de adelgazar no se incorporaban. Es importante que los incluyas sin temor y sin culpa, pues esos sentimientos pueden desviarte de tu objetivo.
Un plan de mantenimiento no debe causarte miedo. Confía en que si realmente haces las cosas como corresponde, tanto en la actividad física como en la alimentación, los resultados seguirán siendo exitosos.
No te dejes estar
Continúa pesándote semanalmente, en la misma balanza, con la misma ropa y a la misma hora. Si hay variación del peso, examina qué paso. No te justifiques diciendo: “No es grave, aumenté sólo 300 gramos”. Busca la respuesta sin excusas. ¿Comiste en exceso? ¿Te apartaste del plan de mantenimiento sin un control adecuado?
Si no encuentras los motivos, corres el riesgo de que a la semana siguiente suceda lo mismo. Entonces, serán otros 300 ó 400 gramos, o tal vez muchos más. No te culpes, pero tampoco te engañes. Sólo te pido que estudies la situación para mantener tu salud física y psicológica.
Anota, junto con los gramos que subiste, cuáles fueron las transgresiones, si hubo una reducción de la actividad física, si estabas en período de menstruación o premenstruación. Eso te permitirá asumir el origen de tu aumento de peso, corregir los errores si los hubo y prestar atención para que no se repita.
Valora tu nueva figura, tu humor más alegre. Admitir tus fallas no significa que te condenes. ¿Comiste de más la semana anterior? No te des por vencido. Triunfarás si enfrentas la situación que te llevó a subir de peso.
Tu vida ha cambiado. Sigue cuidándote y amándote. Has logrado tanto… Lo más pesado ya pasó; no vuelvas atrás. Renueva tu motivación para que el camino no sea duro. Si te abandonas por creer que ahora puedes comer de todo sin control engordarás otra vez. Si vuelves a los hábitos previos a la etapa de adelgazar, volverás al peso anterior. ¿Acaso quieres que esto suceda?
“Prevenir” es la palabra que define la etapa que comienzas a transitar. Es más fácil que la anterior. Sólo debes mantenerte alerta ante el aumento de peso. Contrólate… Aunque subas poco, no te conformes; toma precauciones para no seguir aumentando. Si te descuidas, todo será como antes: la duda de comenzar el tratamiento o no, la insatisfacción por dilapidar el esfuerzo, el reproche por no haber tenido fortaleza para vencer nuevas barreras y otros sentimientos ingratos que, si tomas conciencia, puedes evitar.
Siempre es momento para el cambio. Si ahora que estás leyendo este libro te acuerdas de que antes bajaste y volviste a aumentar, no te desanimes… Comienza nuevamente, pero de otra manera. Si te esfuerzas, lo lograrás. Esta vez llegarás a la meta y mantendrás los resultados por el resto de su vida. ¡Adelante!