La anemia por deficiencia de hierro es un problema nutricional frecuente entre los niños y adolescentes ya que la alimentación que reciben no aporta la cantidad de hierro que necesitan.
La anemia en los niños pequeños aumenta la susceptibilidad a las enfermedades prevalentes en esta etapa de vida, las que pueden originar retardo en el crecimiento, problemas en el aprendizaje y en el desarrollo psicomotor.
Comúnmente la anemia no presenta síntomas evidentes, razón por la que los padres de familia deben estar atentos a si los menores presentan, entre las evidencias más frecuentes, fatiga y sueño excesivo, falta de concentración, palidez de la piel y mucosas, bajo rendimiento en la escuela.
Los cuadros patológicos severos pueden ocasionar problemas cardiovasculares y neurológicos, así como cambios en la conducta.
La mejor manera de prevenir la anemia es mejorando las prácticas de alimentación, incluyendo en la dieta alimentos ricos en hierro de origen animal como el carnes rojas, así como menestras en combinación con alimentos que contengan vitamina C.
Se debe restringir el consumo de mates o café con las comidas, para evitar la ingesta de inhibidores de la absorción del hierro, sobre todo los de origen vegetal.
• Para los niños menores de 6 meses, la lactancia materna exclusiva y lactancia materna continúa como mínimo hasta los dos años de edad, así como iniciar la alimentación complementaria a partir de los seis meses de edad.
• Para los niños mayores de tres años:
- Consumir alimentos variados de valor nutritivo, de origen animal, por lo menos tres veces por semana, al igual que las menestras
- Consumir alimentos ricos en calcio, verduras y frutas diariamente
- Consumir jugos y refrescos de frutas naturales o agua hervida
- Evitar enviar productos “chatarra” en las loncheras
- Evitar la ingesta golosinas y gaseosas.
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