Aumentar el número de calorías que consumen los pacientes con esclerosis lateral amiotrófica (ELA) puede ser una forma relativamente simple de alargar su supervivencia, según concluye un pequeño ensayo clínico de fase 2 liderado por médicos del Hospital General de Massachusetts (MGH, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos.
Los autores del trabajo, publicado en la edición digital de ‘Lancet’, encontraron que los pacientes con ELA que reciben una alimentación alta en calorías, principalmente carbohidratos, por sonda vivieron más tiempo con menos eventos adversos que los participantes que recibieron una fórmula estándar diseñada para mantener su peso. Aunque el pequeño tamaño de la prueba indica que los resultados deben ser interpretados con cautela, los autores son optimistas de que una mejor nutrición podría marcar una diferencia significativa para los pacientes con ELA.
“Estamos particularmente entusiasmados porque estos resultados proporcionan la primera evidencia preliminar de que una intervención dietética puede mejorar la expectativa de vida en la ELA y que están fuertemente apoyados por los datos epidemiológicos y en animales”, dice Anne-Marie Wills, del Departamento de Neurología de MGH y el Instituto Clínico de Investigación Neurológico (CNRI, por sus siglas en inglés) del MGH.
Esta estrategia nunca se había probado antes en la ELA y somos optimistas de que puede proporcionar una nueva terapia eficaz y barata para esta enfermedad devastadora. También conocida como enfermedad de Lou Gehrig, la ELA es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta a las neuronas motoras en el cerebro y la médula espinal, cuya muerte detiene la transmisión de impulsos nerviosos a las fibras musculares, provocando debilidad, parálisis y, por lo general, la muerte por insuficiencia respiratoria.
Los pacientes con ELA suelen perder una cantidad significativa de peso, tanto porque sus músculos se atrofian por falta de uso como porque son físicamente incapaces de consumir suficientes calorías para mantener el peso. Estudios recientes sugieren que un apetito reducido y un nivel metabólico elevado también pueden contribuir a la pérdida de peso. Por lo general, se recomienda nutrición complementaria a través de un tubo que pasa directamente al estómago a medida que la enfermedad progresa, aunque hay poco consenso acerca de cuándo debe comenzar la alimentación por sonda.
Hace más de 15 años, se observó que la desnutrición se asocia con una menor supervivencia en pacientes con ELA y muchos estudios posteriores confirmaron que los pacientes que pesan más parecen vivir más tiempo y tienen una progresión más lenta. Análisis realizados en un modelo de ratón de la ELA encontraron que aquellos con un alto contenido calórico gracias a una dieta alta en grasas aumentaron de peso y sobrevivieron más tiempo que los llevaban una dieta normal.
El estudio actual fue diseñado principalmente para probar la seguridad y la tolerabilidad de las fórmulas nutricionales ricas en calorías en pacientes con ELA avanzada. Llevado a cabo en 12 centros de Estados Unidos, la investigación reclutó a 24 pacientes con ELA que habían perdido un porcentaje significativo de su peso corporal inicial y estaban recibiendo nutrición a través de la alimentación por sonda.
Los participantes fueron divididos aleatoriamente en tres grupos: un grupo de control que recibió una fórmula nutricional diseñada para estabilizar el peso y dos grupos que recibieron fórmulas diseñadas para proporcionar el 125 por ciento de las calorías necesarias para mantener su peso. Una de las fórmulas de alto contenido calórico era alta en grasas y la otra en carbohidratos.
ALIMENTADOS POR SONDA
Durante el periodo de intervención de cuatro meses, los participantes tomaron la alimentación por sonda junto con todo lo que eran capaces de consumir por vía oral y se les pesó semanalmente. En las visitas mensuales, se les midió la grasa y la masa corporal magra, los niveles sanguíneos de colesterol, la insulina y otros factores que podrían resultar afectados por la nutrición y las funciones típicamente comprometidas por la ELA.
Al final del período de intervención, ninguno de los ocho participantes que recibieron la fórmula alta en hidratos de carbono había dejado el estudio por eventos adversos, mientras que uno de los seis en la fórmula de alto contenido de grasa y tres de los seis en el grupo control dejaron el análisis debido a los eventos adversos.
Los de la fórmula alta en carbohidratos también ganaron una cantidad modesta de peso, mientras que los participantes del grupo control mantuvieron su peso. Los participantes que recibieron la fórmula alta en grasa en realidad perdieron peso, a pesar de que tomaron más calorías de las necesarias para mantener su peso.
Durante el seguimiento de cinco meses después de la intervención, ninguno de los del grupo de alto contenido de carbohidratos murió, pero uno en el grupo de alto contenido de grasa y tres en el grupo de control fallecieron, todos por insuficiencia respiratoria. Los participantes en el grupo de alto contenido en hidratos de carbono también tuvieron una caída más lenta en sus puntuaciones funcionales que el grupo control , aunque la diferencia no fue estadísticamente significativa.
Ninguno de los eventos adversos que ocurrieron en cualquiera de los grupos de alto contenido calórico fueron cardiovasculares y la fórmula de alto contenido de grasa no se asoció con aumento del colesterol, además de que ninguna de las dietas altas en calorías provocón niveles anormales de glucosa en sangre o alteró los niveles de insulina. “Creo que los resultados apoyan la importancia de evitar la pérdida de peso en esta enfermedad”, dice Wills, profesor asistente de Neurología en la Escuela de Medicina de Harvard, en Estados Unidos.
Fuente: Europa Press