A pesar de comer poco, muchas personas no logran adelgazar. ¿La causa oculta? Niveles elevados de insulina que impiden quemar grasa y estimulan su acumulación. Continúa leyendo, ya que entender este proceso hormonal puede ser la clave para lograr un descenso de peso real y duradero.
Introducción:
Muchas personas luchan contra el aumento de peso sin comprender que, en ocasiones, el verdadero responsable no es solo lo que se come, sino cómo responde el cuerpo. La insulina, una hormona fundamental para la vida, puede convertirse en un enemigo silencioso cuando sus niveles permanecen elevados durante largos períodos. Esta situación, conocida como hiperinsulinemia, puede fomentar la acumulación de grasa corporal y dificultar la pérdida de peso, incluso con una alimentación moderada.
Por Lic. Alicia Crocco – Nutricionista especializada en obesidad y enfermedades asociadas
Desarrollo:
La insulina es una hormona anabólica producida por el páncreas cuya función principal es facilitar la entrada de glucosa en las células. Sin embargo, cuando su liberación es constante y en grandes cantidades —producto del consumo frecuente de carbohidratos refinados, azúcares simples y alimentos ultraprocesados—, se altera el equilibrio metabólico y se estimula el almacenamiento de grasa.
La hiperinsulinemia crónica puede desarrollarse aún con niveles normales de glucemia, actuando como un precursor silencioso de la obesidad, la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2. Según Reaven (1988), la resistencia a la insulina es un factor clave en el síndrome metabólico, y puede presentarse años antes de que se detecte una alteración en la glucosa plasmática.
Estudios más recientes refuerzan esta hipótesis. Lustig (2006, 2013) sostiene que la insulina elevada, mantenida por dietas ricas en azúcares añadidos y jarabe de maíz de alta fructosa, no solo promueve la lipogénesis hepática sino que también bloquea la movilización de grasa ya almacenada. A su vez, Pories et al. (1995) demostraron que pacientes con obesidad severa que lograban reducir la hiperinsulinemia experimentaban una mejora significativa en su perfil metabólico y su descenso de peso, incluso sin grandes restricciones calóricas.
La insulina alta también interfiere con otras hormonas que regulan el hambre y la saciedad. Shanik et al. (2008) explican que la hiperinsulinemia crónica puede inducir resistencia a la leptina, lo que genera sensación continua de hambre, preferencia por alimentos densamente calóricos y dificultad para alcanzar la saciedad.
Además, Hall et al. (2016) evidenciaron en un estudio clínico que las dietas con bajo contenido de carbohidratos refinados —y por ende, con menor respuesta insulínica— lograban una pérdida de grasa corporal más efectiva que las dietas hipocalóricas tradicionales.
Estrategias para reducir la insulina y favorecer el descenso de peso:
- Reducir el consumo de azúcares añadidos y almidones refinados.
- Incluir grasas útiles como aceite de oliva extra virgen, frutos secos, semillas y palta.
- Asegurar la presencia de proteínas completas y vegetales con fibra en cada comida.
- Evitar el picoteo constante para respetar los tiempos de descanso digestivo.
- Incorporar movimiento físico regular y mejorar la calidad del sueño.
Resumen final:
La insulina no solo regula el azúcar en sangre: también decide si el cuerpo quema o almacena grasa. Cuando permanece elevada, bloquea la pérdida de peso y favorece su aumento, incluso con dietas hipocalóricas. Abordar este desequilibrio hormonal desde la alimentación, el descanso y el movimiento puede ser la clave para adelgazar sin sufrimiento y con mayor efectividad.
Cuando entendés cómo funciona tu cuerpo, alimentarte con inteligencia se convierte en tu mejor herramienta de cambio.
Bibliografía científica:
Hall, K. D., et al. (2016). Energy expenditure and body composition changes after an isocaloric ketogenic diet in overweight and obese men. The American Journal of Clinical Nutrition, 104(2), 324–333.
Reaven, G. M. (1988). Banting Lecture 1988. Role of insulin resistance in human disease. Diabetes, 37(12), 1595-1607.
Pories, W. J., et al. (1995). Who would have thought it? An operation proves to be the most effective therapy for adult-onset diabetes mellitus. Annals of Surgery, 222(3), 339–350.
Lustig, R. H. (2006). Childhood obesity: behavioral aberration or biochemical drive? Reinterpreting the First Law of Thermodynamics. Nature Clinical Practice Endocrinology & Metabolism, 2(8), 447–458.
Lustig, R. H. (2013). Fructose: it’s “alcohol without the buzz”. Advances in Nutrition, 4(2), 226-235.
Shanik, M. H., et al. (2008). Insulin resistance and hyperinsulinemia: is hyperinsulinemia the cart or the horse? Diabetes Care, 31(Supplement 2), S262–S268.