¿Comes sano pero no logras bajar de peso? Tal vez el verdadero problema no está en lo que comes, sino en el tiempo que pasás sin moverte.
Muchas personas siguen planes alimentarios equilibrados, controlan las porciones y cuidan cada elección del plato. Sin embargo, los resultados no siempre son los esperados. ¿La razón? Un enemigo silencioso que suele quedar fuera del radar: la inactividad física. Hoy, sabemos que permanecer largos períodos sin movimiento afecta el metabolismo, altera hormonas clave y favorece el aumento de peso, incluso si la alimentación es adecuada.
La Lic. Alicia Crocco, te invita a descubrir cómo el sedentarismo puede estar saboteando tus esfuerzos… y qué podés hacer para cambiarlo.
Introducción:
Durante décadas, la atención estuvo puesta casi exclusivamente en la alimentación como factor clave en la salud metabólica. Sin embargo, investigaciones recientes han revelado una verdad incómoda: la inactividad física es un factor de riesgo independiente, que puede afectar gravemente la salud incluso en personas que mantienen una alimentación equilibrada.
Es decir, comer saludable ya no es suficiente. El sedentarismo se ha convertido en un enemigo silencioso, comparable en impacto negativo al tabaquismo.
Este artículo busca despertar conciencia sobre una realidad que muchos aún ignoran: la falta de movimiento diario podría estar minando la salud más de lo que creemos.
Por Lic. Alicia Crocco – Nutricionista especialista en obesidad y enfermedades asociadas
Desarrollo:
En el año 2023, un estudio dirigido por Ekelund y colaboradores demostró que los riesgos asociados al sedentarismo no se neutralizan totalmente con una dieta saludable. Aunque una buena alimentación reduce varios factores de riesgo, el cuerpo humano está diseñado para moverse, y cuando eso no ocurre, se generan alteraciones metabólicas, inflamatorias y cardiovasculares, más allá de lo que comemos.
Según el Informe Mundial sobre Actividad Física de la OMS (2024), se estima que la inactividad física es responsable de más de 5 millones de muertes al año. La evidencia es contundente: una vida sedentaria aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2, ciertos tipos de cáncer y trastornos del ánimo, incluso cuando la persona mantiene un peso corporal normal o sigue un plan alimentario saludable.
El sedentarismo prolongado altera el metabolismo de las grasas y la glucosa, afecta negativamente la circulación sanguínea y favorece la acumulación de grasa visceral, esa que se aloja en los órganos y está fuertemente asociada a la inflamación crónica.
Un dato alarmante: sentarse más de 6 horas diarias se vincula a una mayor mortalidad por todas las causas. Y este riesgo se mantiene incluso en personas físicamente activas, lo que significa que no alcanza con ir al gimnasio si luego el resto del día se pasa sentado.
El movimiento frecuente, a lo largo de la jornada, es vital. Levantarse cada hora, caminar, moverse mientras se trabaja o se mira televisión, realizar tareas domésticas, subir escaleras… todo suma.
El objetivo no es hacer ejercicios intensos, sino reducir el tiempo total de inmovilidad.
Resumen:
El sedentarismo es un factor de riesgo independiente que afecta la salud integral, incluso en personas que mantienen una alimentación saludable. La falta de movimiento diario genera alteraciones metabólicas, cardiovasculares y emocionales que pueden contribuir al aumento de peso y al desarrollo de enfermedades crónicas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) alerta que el sedentarismo es un problema global de salud pública que debe abordarse con urgencia, ya que incrementa la mortalidad y la morbilidad, afectando la calidad y expectativa de vida.
Reflexión:
Cuidar lo que comemos es fundamental, pero no es suficiente si no incorporamos movimiento consciente en nuestra rutina diaria. El cuerpo está diseñado para el movimiento constante, y sentarse por largos períodos limita su capacidad para funcionar correctamente, aún cuando la dieta sea equilibrada.
Reconocer el sedentarismo como un enemigo silencioso es el primer paso para tomar control de nuestra salud. Pequeños cambios —como interrumpir el tiempo sentado, caminar más, y mantenerse activo— pueden marcar la diferencia en la prevención y manejo del sobrepeso y enfermedades asociadas.
“Moverse es un acto de amor propio. Alimentar el cuerpo con salud y actividad es la clave para transformar la vida desde adentro hacia afuera.“
Bibliografía:
Ekelund, U., et al. (2023). Physical activity and sedentary behavior: impact on health outcomes. Journal of Clinical Medicine.
Organización Mundial de la Salud (OMS). (2024). Informe Global sobre Actividad Física y Salud. Ginebra.
Lee, I.-M., et al. (2022). Sedentary behavior and cardiovascular risk: A systematic review. Circulation.
Tremblay, M. S., et al. (2023). Sedentary time and health outcomes: Updated evidence and guidelines. Medicine & Science in Sports & Exercise.