A medida que los niveles de dióxido de carbono siguen creciendo en todo el mundo, una nueva investigación sobre los alimentos plantea que muchas de las cosechas del mundo perderán nutrientes vitales.
El nuevo análisis observó la forma en que se mantienen los nutrientes hallados en alimentos básicos, como el trigo, el arroz, el maíz, el sorgo, la soja y los guisantes forrajeros, cuando se exponen a la cantidad de dióxido de carbono (CO2) que se anticipa que habrá en la atmósfera en 2050.
“El mensaje final es que nuestro trabajo muestra que para 2050 una buena parte de la ingesta calórica del mundo habrá perdido una cantidad significativa de nutrientes como el zinc y el hierro, que son muy importantes para la nutrición humana”, advirtió el autor líder del estudio, el Dr. Samuel Myers, científico investigador y profesor de medicina de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard.
Esto importa porque ya hoy día existen grandes deficiencias de vitaminas y minerales en unos dos mil millones de personas, añadió Myers. Y el sufrimiento por las enfermedades asociadas con esas deficiencias ya es enorme, sobre todo en los países en desarrollo.
También alrededor de 1.9 mil millones de personas actualmente reciben al menos el 70 por ciento del hierro o el zinc de la dieta, o ambos, de cosechas básicas como las legumbres y los granos. Así que tenemos un importante problema de salud global que empeorará mucho.
El dióxido de carbono es un gas que se halla en la atmósfera de forma natural. Pero también es producido como resultado de las actividades humanas, como crear electricidad y conducir coches, según la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de EE. UU. La mayor parte del CO2 que hay ahora en la atmósfera proviene de las actividades humanas, apuntó la EPA. El CO2 es uno de los gases que atrapan el calor que contribuyen al cambio climático.
Actualmente, los niveles globales de dióxido de carbono se mantienen en alrededor de 400 partes por millón. Esto es en comparación con el nivel aproximado de 280 partes por millón observado durante la era preindustrial, según Myers.
“Pero la mayoría de expertos cree que el mundo tendrá un nivel de 550 partes por millón en 2050″, señaló.
Según ese supuesto, el equipo del estudio estableció siete centros de agricultura en Australia, Japón y Estados Unidos. En su momento, se plantaron 41 versiones de granos y legumbres en condiciones al aire libre, con unos niveles de CO2 fijados entre las 546 y las 586 partes por millón.
Las pruebas nutricionales revelaron que a algunas cosechas, como el sorgo y el maíz, les iba mejor que a otras, probablemente debido a la exposición preexistente al CO2, sugirieron los autores del estudio. Algunas formas de arroz también parecieron conservar su contenido nutricional a pesar de los niveles elevados de CO2.
Pero muchas variedades de arroz, trigo, guisantes y soja perdieron cantidades significativas de hierro y zinc. Por ejemplo, los niveles de zinc del trigo se redujeron en más del 9 por ciento, y el hierro se redujo en un 5 por ciento. En el trigo también bajaron los niveles de proteína en más de un 6 por ciento, hallaron los investigadores.
Al final, el equipo de Myers concluyó que la amenaza nutricional planteada por el dióxido de carbono es demasiado real.
Entonces, ¿es esa catástrofe nutricional inevitable?
Hay dos formas posibles de abordar el problema. Una es intentar contener los niveles de CO2. Pero el problema es que los niveles de CO2 que la mayoría de personas creen que experimentarán para 2050 se anticipan independientemente de cualquier esfuerzo para mitigar el cambio climático que se pudiera teóricamente realizar ahora, porque la mayoría de los esfuerzos que se están discutiendo son para intentar reducir unos niveles incluso más altos de CO2 en el futuro.
Myers reconoció la importancia de intentar reducir los niveles de CO2, pero “a menos que desarrollemos alguna tecnología completamente inesperada para eliminar inmensas cantidades de CO2 de la atmósfera, el impacto nutricional que observamos sucederá”, lamentó.
La otra forma es intentar reducir la vulnerabilidad al desarrollar variedades de cosechas que sean menos sensibles a este efecto, sugirió. Y hay ciertos fundamentos para creer que es posible, por ejemplo al fortificar biológicamente los granos con cantidades adicionales de hierro y zinc. O, por otro lado, iniciar unos programas globales agresivos de complementación con minerales. Todo eso podría ayudar.
Lona Sandon, dietista registrada y profesora asistente de nutrición clínica de la Centro Médico de la Universidad de Texas Southwestern, en Dallas, dijo que la situación sonaba como un “problema inmenso”, dado lo esenciales que son el hierro y el zinc para la salud.
Ambos son nutrientes esenciales. Si un hierro adecuado no podemos producir glóbulos rojos de forma efectiva, y son esenciales para llevar el oxígeno a los tejidos del cuerpo. Esto puede convertirse en anemia, que provoca fatiga y afecta mucho la calidad de vida.
Y el zinc es crítico para un sistema inmunitario que funcione. Sin él no se puede combatir un resfriado ni una infección, ni sanar las heridas”, añadió Sandon. “Así que, claramente, lo que este estudio dice es que tenemos un problema muy grande.
Fuente: Nature online , nutrialimenta
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