Su mejor época
La temporada del puerro comienza a principios de otoño y finaliza en primavera, aunque es posible encontrarlo en el mercado durante todo el año. En otoño, primavera e invierno, es cuando más se consume porque en verano los puerros suelen ser sustituidos por otros alimentos más refrescantes.
Son miembros de la familia de la cebolla, pero estos vegetales tienen propiedades antiinflamatorias cuando se cocinan. Tradicionalmente, el puerro se usaba para curar las infecciones de la garganta. Son ricos en acido fólico, vitamina K y potasio. Estos nutrientes ayudan a los riñones a eliminar el exceso de fluidos y a restaurar la alcalinidad del cuerpo. Simplemente reemplazá la cebolla por este vegetal y listo.
¿Cómo elegirlos y conservarlos?
Para adquirir puerros hay que tener en cuenta diferentes criterios de calidad. El tallo ha de ser blanco, recto y consistente, sin marcas ni zonas gruesas, mientras que las hojas deben presentar un color verde oscuro y forma plana.
Han de rechazarse aquellos ejemplares que presenten hojas amarillentas, blandas, descoloridas o en mal estado. Esto indica que la parte comestible tendrá una consistencia alterada. Tampoco se deben adquirir puerros cuyas hojas estén secas ni aquellos que tengan el tallo hinchado.
Una vez en casa, hay que cortar el tallo en sentido longitudinal y lavar con agua las hojas. Se deben separar una a una para así poder eliminar la tierra que queda entre ellas. Los puerros se mantienen en buen estado en el frigorífico hasta dos semanas. Una vez que han sido cocinados, han de consumirse en un periodo máximo de dos días porque si no pueden resultar indigestos.
Los puerros congelados duran unos tres meses. Se recomienda cocinarlos sin descongelarlos debido a que su textura empeora y pierden sabor.
Propiedades nutritivas
El agua es el componente mayoritario, lo que, unido a su bajo contenido en hidratos de carbono, convierte al puerro en un alimento de escaso aporte calórico. Además, presenta una cantidad importante de fibra y de algunas vitaminas y minerales.
En cuanto a su composición en minerales, destaca su contenido en potasio, así como en magnesio, calcio y hierro.
El calcio y el hierro apenas se asimilan, a diferencia de lo que sucede con los alimentos de origen animal ricos en dichos nutrientes.
El puerro es una buena fuente de folatos y también aporta vitaminas C y B6, aunque éstas últimas en menor cantidad.
Los folatos intervienen en la producción de glóbulos rojos y blancos, en la síntesis de material genético y en la formación de anticuerpos del sistema inmunológico.
La vitamina C tiene acción antioxidante, participa en la formación de colágeno, huesos, dientes y glóbulos rojos, además de favorecer la absorción del hierro de los alimentos y aumentar la resistencia a las infecciones.
La vitamina B6 actúa en el metabolismo celular y en el funcionamiento del sistema inmunológico.
El potasio es un mineral necesario para la transmisión y generación del impulso nervioso y para la actividad muscular normal, además de intervenir en el equilibrio de agua dentro y fuera de la célula.
El magnesio se relaciona con el funcionamiento de intestino, nervios y músculos. También forma parte de huesos y dientes, mejora la inmunidad y posee un suave efecto laxante.
Composición por 100 gramos de porción comestible
Energía: 39,7 cal
Agua: 89 ml
Proteínas: 2 g
Hidratos carbono: 7,5 g
Fibra: 3 g
Potasio: 260 mg
Calcio: 60 mg
Fósforo: 50 mg
Magnesio: 18 mg
Folatos: 127 mcg
Vitamina C: 20 mg
Vitamina B6: 0,25 mg
mcg = microgramos (millonésima parte de un gramo)
Fuente: consumer.es
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