Te preguntas: ¿Por qué si después de almorzar o cenar bien, me da muchos deseos de comer algo dulce? La ciencia te explica motivos.
Seguramente te ha pasado, terminar un almuerzo o cena abundante y, a pesar de sentirte satisfecho, sientes un antojo irresistible por un postre dulce. Este fenómeno tiene una explicación científica y está relacionado con el mecanismo de saciedad sensorial específica.
Nuestro cerebro responde a la variedad de sabores de una comida. A medida que comemos, los receptores del gusto se saturan con ciertos sabores, como los salados o grasos, lo que reduce el deseo de seguir comiendo más de lo mismo. Sin embargo, los sabores dulces activan nuevas rutas de placer en el cerebro, lo que reactiva el apetito. Además, el azúcar estimula la liberación de dopamina, un neurotransmisor que genera sensaciones de placer y recompensa, incentivándonos a seguir comiendo aunque el estómago esté lleno.
Por otro lado, evolutivamente, nuestro organismo asocia los alimentos dulces con una rápida fuente de energía. En tiempos de escasez, este mecanismo ayudaba a asegurar la supervivencia al favorecer el consumo de calorías adicionales cuando estaban disponibles.
Entonces, ¿se trata solo de un capricho o es una respuesta biológica inevitable? ¿Cómo crees que podríamos manejar mejor estos impulsos sin afectar nuestra salud?
Espero tu comentario así trabajamos juntos: ¿quisieras?
¡Anímate y verás las soluciones que podríamos encontrar!