Aceite de coco: derribemos los mitos de su papel perjudicial para la salud

La ciencia basada en estudios científicos avanza, no se queda en el tiempo. Nada se mantiene. Lo que antes era malo, hoy se ha comprobado que es bueno. El aceite de coco no es perjudicial para la salud. Esta nota te explica cuáles son los motivos.

Existe suficiente evidencia científica para afirmar que reducir la ingesta de ácidos grasos saturados y reemplazarlos por ácidos grasos poliinsaturados, disminuye el riesgo de padecer enfermedad cardíaca coronaria. Por eso, organizaciones de todo el mundo aconsejan reducir la ingesta de grasas saturadas y reemplazarlas por grasas insaturadas.

¿Cómo se define el aceite de coco?

El aceite de coco es un aceite vegetal, conocido también como manteca de coco. Se trata de una sustancia grasa que contiene cerca del 90 % de ácidos saturados extraídos mediante prensado de la pulpa de los cocos. Dispone de varios usos como alimentos o en cosméticos.

Pero ¿realmente es un aceite malo para la salud?

¿ Cuáles son las características nutricionales del aceite de coco?

El aceite de coco es 100% grasa de la que el 85,2 % son grasas saturadas.

Más del 65% de sus grasas están en forma de ácidos grasos de cadena media (MCT). El MCT se digiere y cruza las membranas celulares fácilmente. Los MCT se convierten inmediatamente en energía en el hígado en lugar de ser almacenados como grasa.

Las grasas que contiene el aceite de palma son:

  • 49% de ácido laúrico (12:0)
  • 8% ácido caprílico (8:0)
  • 7% de ácido cáprico (10:00)
  • 2% de ácido esteárico (18:0)
  • 6% ácido oleico (18:1)
  • 2% de ácido linoleico (18:2)

De acuerdo a su composición química, se observa que el aceite de coco, presenta casi un 50 porciento de su contenido graso a través del ácido láurico, que rara vez se encuentra en la naturaleza. De hecho, el aceite de coco contiene más ácido láurico que cualquier otra sustancia en la Tierra.

Si está tan claro, ¿por qué existe tanta controversia sobre el tema?

Hace algún tiempo, unos científicos sometieron a unas ratas en una estricta dieta de Aceite de Coco. Descubrieron que las ratas desarrollaban colesterol alto y finalmente contraían enfermedades coronarias. Inmediatamente, los medios de comunicación, se hicieron eco de la historia y empezaron a difundir que las grasas saturadas, como las que se encuentran en el Aceite de Coco, eran la causa de la epidemia de enfermedades coronarias que nos asolaba.

La intención del estudio era observar que les ocurría a las ratas que tenían un déficit de ácidos grasos esenciales, como los omega-3 y omega-6. Para comprobar lo que ocurría, los investigadores tuvieron que desarrollar una grasa que estuviese absolutamente libre de ácidos grasos poli-insaturados y se pudiese añadir a la dieta de las ratas.

De todas las grasas que los investigadores evaluaron para su estudio, la dieta del Aceite de Coco era el plan nutricional que más se aproximaba a lo que necesitaban. Sin embargo, el Aceite de Coco natural tiene pequeñas cantidades de grasas poli-insaturadas así que tuvieron que eliminarlas para asegurarse que las ratas no recibían nada de grasa poli-insaturada.

Para conseguirlo, desarrollaron Aceite de Coco Hidrogenado, un Aceite de Coco al que se le incluye hidrógeno para quitar los ácidos grasos poli-insaturados.

Durante su experimento,  de manera inconsciente, se estaba preparando el escenario perfecto para que se desarrollaran enfermedades coronarias. Se estaba produciendo una deficiencia de ácidos grasos esenciales en las ratas al mismo tiempo que estaban llenando sus cuerpos con grasas trans. Esta dieta basada en Aceite de Coco Hidrogenado era el camino más rápido para contraer enfermedades coronarias.

Los investigadores concluyeron que la falta de ácidos grasos esenciales produce colesterol alto y enfermedades del corazón. Los medios de comunicación alertaron que seguir una dieta basada en Aceite de Coco, compuesto de grasas saturadas, produce colesterol alto y enfermedades cardiacas. A raíz de esta interpretación errónea del estudio se comenzó a propagar la creencia de que la grasa saturada causa enfermedades coronarias.

Los encargados de la investigación observaron correctamente que alimentar a las ratas con una dieta basada en Aceite de Coco se traducía en enfermedades coronarias, pero erróneamente dedujeron que el culpable era el Aceite de Coco. En esencia, era la hidrogenación del Aceite de Coco y la deficiencia de ácidos grasos esenciales lo que conllevaba catastróficas consecuencias.

No es cierto que las grasas saturadas produzcan enfermedades cardiovasculares o derrames cerebrales.

En un estudio de revisión de la revista American Journal of Clinical Nutrition (año 2010), a través de estudiar a casi 350.000 personas, durante 23 años:

No se halló relación entre la ingesta de grasas y un mayor desarrollo de enfermedades.

Han demostrado que la grasa del coco aporta beneficios a la salud:

  • Efectos antiinflamatorios.
  • Eleva el HDL y el IL-1 (pertenece a un grupo de proteínas fabrican los leucocitos (glóbulos blancos) y otras células del cuerpo, especialmente los macrófagos: un tipo de glóbulos blancos, elaboran la interleucina-1 y esta ayuda a otro tipo de glóbulos blancos, los linfocitos, a combatir infecciones. Todo esto mejora el perfil lipídico sanguíneo.  Va a disminuir las citoquinas proinflamatorias (IL-6) y mejora la sensibilidad a la insulina.

Las citoquinas: son proteínas pequeñas que regulan la función de las células que las producen sobre otros tipos celulares. 

  • Se ha comprobado a través de numerosos estudios que el ACEITE DE COCO es una de las grasas más estables y seguras para utilizar para cocinar, ya que no se oxida ni se transforma al calentarse, al contrario de lo que ocurre, con el aceite de oliva, incluso el extra virgen.
  • La mayoría de los estudios sugieren que el Aceite de Coco es neutral o incluso beneficioso para la salud del corazón.

Cabe destacar que, por más que existen estudios científicos que están a favor del aceite de coco, también existen estudios científicos que no lo están. Por tal motivo:

  • Si consumes aceite de coco, que sea virgen, sin refinar.
  • No sustituyas el aceite de oliva por el de coco.
  • No uses para cocinar el aceite de coco, mejor usa el de oliva o el de girasol, pues son más resistentes a altas temperaturas
  • Si uno desea incluir el aceite de coco en la dieta, se sugiere que sea limitado y englobado dentro de las recomendaciones actuales de ingesta de las grasas saturadas, que representan hasta el 10% de la ingesta calórica total.

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